Faustino Mondragón - 02


Continuación de Faustino Mondragón -01

Una de las puertas blancas del pasillo se abrió y antes siquiera de levantar la barbilla, el visitante reconoció la silueta y el olor a perfume alcoholizado de Emilio Moreno. Los dos hombres se miraron frente a frente. Algo que a Faustino acostumbraba a pasarle a menudo, no porque sus ojos almendrados quedaran a la altura de los de su colocutor - solían permanecer un palmo por debajo - sino porque conservaban, según habían apuntado ya varias mujeres, un brillo especial, parte del atractivo que un día tuvieron.


- Adelante - Emilio le invitó a entrar al despacho con un doblez vago de muñeca. Sus palabras se estrellaban contra el puro apagado que sobresalía entre la barba frondosa. Qué lástima -pensaba Emilio a veces- que tanto espesor capilar se hubiera perdido con los años unos centímetros por encima de la frente.

Ya en el interior de la sala, Mondragón se había deshecho de sus Adiddas Airmax Monster Turbo y, descalzo, se expandía y contraía como un bostezo sobre el butacón de cuero que conocía bien. Emilio le contemplaba desde el otro lado del escritorio sin dejar de succionar las hojas secas de tabaco.

- Mira Faustino -carraspeó- Algunos de vosotros tenéis suerte. Pocos la mantenéis. Pero parece que no todos la sabéis aprovechar. -Abrió entonces la ventana metálica y se encendió el puro. Exhaló lentamente el humo mientras sus facciones se arrugaron y encogieron para dotarle al fin de una expresión mucho más severa y autoritaria- He hablado con Roberto. Me ha puesto al día de todo. ¡Cómo has podido! ¿Cómo has sido capaz?

El regañado se encogió de hombros y fijó la vista en el edificio que asomaba tras la ventana.

- Dos años ... dos años. ¿Tienes idea de cuántas veces la has jodido en dos años? -repasaba con las yemas húmedas archivos polvorientos que sobresalían de uno de los cajones del despacho - ¿Cuántos trabajos perdidos? ¿¡Cuántos!? -no pudo ni quiso evitar mostrarse furioso- ¿Crees que me resulta tan fácil colocar a un tarado como tú? No tienes ni idea. No entiendes nada.

- Ocho - murmuró Faustino impasible-.

- ¿Ocho? ¿Ocho qué? - embistió Emilio entre sorprendido y encolerizado al creer que no se le prestaba la atención requerida-.

- Ocho empleos.

- Serás cínico. ¡Y aún respondes! - estiró un fajo de papeles del cajón y lo estampó contra la mesa - Nueve, Mondragón. Nueve putos trabajos al traste. -empezó a rascarse la calva con desasosiego, parecía incluso que pensara en algo nuevo-. Dijiste que te gustaba escribir. Te conseguí un puesto de redactor en "La Gaceta de Albacete". Convenciste al director para quemar casi mil euros en la que iba a ser la exclusiva que sacaría a flote a la revista. ¿Y qué conseguiste? ¡Nada!.

- No es verdad.

- Oh, sí! Tienes razón. Después de pasar tres semanas entre archivos e indagaciones intensas llegaste a la conclusión de que Mª Teresa Campos era portavoz de un comando terrorista con sede en Torrelodones. ¡Eso sí es periodismo de investigación! - su sonrisa punzante permanecía tan tensa que a punto estuvo el puro de salir disparado cual proyectil sobre la frente de Faustino. Tomó aire y siguió con la enumeración.- Ya como panadero te dedicaste a ordenar las barras por tamaños y temperatura. ¿Qué importaban las kilométricas colas que se formaban en la calle? ¿Creías en serio que las hambrientas ancianitas iban a estar esperando a que completases tus clasificaciones neodarvinistas? -parecía exaltado- Oh! y pobre de la que, resfriada de tanto esperar, tosiera cerca del mostrador. ¿Qué hiciste cuando aquella mujer estornudó, Faustino? -El aludido permanecía impasible, cabizbajo. - ¿No te acuerdas?. Porque yo sí me acuerdo, Mondragón. Y el dueño de la Panadería también. Rociaste cuanto había expuesto con desinfectante, no sin antes bautizar a la señora con él. -aplastó su puño sobre la mesa mientras sacudía la cabeza en un gesto de abnegación-. ¿Has olvidado también qué pasó cuando fuiste payaso en el centro cívico "Los Pajaritos"?

- Animador Sociocultural - aclaró, algo apenado por haber perdido un cargo tan importante.
Faustino escuchaba cómo la voz envolvente del reproche se deshacía entre el humo del tabaco y, despistando las enormes ganas de arrancarle el puro a Emilio y fumárselo en tres caladas, centró su atención en uno de los sofisticados artilugios expuestos sobre el escritorio. A simple vista, parecía un reloj de arena rojiza, pero si uno lo contemplaba fijamente, como solía hacerlo siempre Mondragón, podía darse cuenta de que cuanto caía no era arena sino un liquido viscoso que goteaba cuidadosamente sobre el cristal. ¿Cuánto debía tardar aquel artilugio en completar un ciclo?¿Cuántos minutos le quedarían a Faustino para disfrutar de tal espectáculo antes de que la última gota se uniera al resto del pringue? ¿Cuando eso ocurriera, podría darle la vuelta al reloj sin que Emilio se percatase? ¿Y si éste daba la conversación por finalizada antes de que el quimérico artefacto se exhibiera por completo?... Demasiadas dudas. Demasiadas inquietudes. Habiendo tanto nuevo por descubrir, cómo perder el tiempo escuchando al hombre sentado al otro lado de la mesa?.

- Hasta aquí, Mondragón. Ya no más. - El tono grave de Emilio emergió a Faustino del reloj acuático y lo devolvió a aquella habitación. Aunque no por completo, pues no era la primera vez que esos labios le dirigían un ultimátum.- Aquí estamos todos cansados, agotados, buscando lo mejor para ti. Sabemos que eres... diferente al resto y no es fácil para ti todo este cambio. Pero siempre hay un límite. - Ahora chocaba los nudillos de su mano derecha contra el reposabrazos. Uno tras otro. Cada vez más rápido. En un ritmo hipnótico, frenético. Meñique, angular, corazón, índice... Meñique, angular, corazón índice... Meñique, angular, corazón, índice... - ¡Faustino! ¿Me estás escuchando? Espera aquí. Hay algo que quiero enseñarte.

Emilio abandonó el butacón de cuero unos segundos para, ya desde el umbral de la puerta, susurrarle algo a la mujer del moño tirante - quien, casualmente, aguardaba en el pasillo-. ¿Cómo era el nombre? ¿Mª Teresa? ¿Mª del Mar?. Faustino se esforzaba por recordar cuáles eran las letras apiñadas en la plaquita que colgaba de esa blusa lejana. Por un momento creyó que la mujer del moño tirante le sonreía pero pronto entendió que lo que hacía era reír alguna de las gracias del siempre ingenioso, atento y buen humorado Emilio. Tal vez él sí sería, reconoció Faustino, y no sin dolor, un buen animador sociocultural.

Continuará...


El Mago de imágenes

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De poemas y pomenos II

Si jo fos un àngel...


Ara que tot es complica,
quan l’enyorança es torna la més cruel enemiga
iescassejen ja les forces per seguir en aquesta lluita,
el cor, fatigat, tremola
si recordo el teu somriure.

Massa hores adormides.
Massa llàgrimes salades
d’angoixa i melancomia.
Com massa són les paraules
del boig que no entén la vida
i deixa impassible que el temps
arrossegui amb ell els dies,
emmudeixi aquesta veu
i amagui de nou les ferides.

Però amb qui parlo si no hi ets?
A la teva absència crido!
Si només ella apareix
i només d’ella me’n fio;
que callada respon més
d’allò que els teus ulls em diuen.

Què se n’ha fet de l’amor
que embogia de deliri
un cor que bategava fort?

On ha quedat la passió
d’aquella mirada encesa
d’optimiste o fortalesa
de juventut, de bellesa ...?
Amb el pas dels anys s’ha fos
en pura supervivència,
en rutinària condemna
reflex d’allò que un cop fou.

Sento que ja no puc més.
La memòria i el cós pesen
inerts sobre l’herba verda.
En aquesta inútil guerra
la derrota és imminent.
Però quin és el fracàs
d’aquell sense res a perdre?
Potser vencer fos pitjor
que descansar per sempre,
i oblidar-se dels records
que tan sovint ens ofeguen.

Ja és tard per fer-se enrere.
Ja fuig plorant el dolor.
Acaba la infinita espera.
De la sang que abans maldeïa,
de la cruesa del món,
creixen ales que s’enlairen
amb la inocència i dolçor
que restaven soterrades
per la tristesa i temor.

Bella màgia angelical
que m’allibera per sempre.
Sobrevolo l’oceà
i la distància, tan funesta!
romb a la llibertat.
Si els meus ulls oberts ja et cerquen
feliços ansien veure’t
per la costa, vora el mar.

Somnia la ment alegre
amb escoltar-te parlar
amb romandre al teu costat...
i de sobte, t’apareixes.

Tu també estaves cansat,
tu també volies jeure.
És hora de recuperar
allò que tots dos vam perdre.
Res ja no ens podrà fer mal,
es no queda de la pena.
...Vine company de la mà
que aquí als cels, ningú ens observa.

De poemas y pomenos I


Es bello y curioso cómo expresábamos, unos y otro, el paso de la infancia a lo que, por error y descarte, tomamos ayer por adultez.

"Nadie entiende nada, ni a nadie ni a él mismo.
Todo es oscuro y confuso en el retorcido laberinto
por el que corren las almas azaradas y heridas
de niños traviesos, solitarios y perdidos;
hasta caer inertes en un despiadado abismo.

Y es que nunca se sufre sin miedo ni se ama en frío.
Por mucho que cubra el invierno de hielo el olvido
la nieve fundirá con el resplandor del peligro,
se irá la suave niebla que distorsiona el recuerdo
y la memoria gritará con la tenue voz del viento
escurridizos nombres, hoy prohibidos,
de los eternos prisioneros del tiempo.
Y así, en su ciega nostalgia dormirán vencidos
amantes e hijos de sentimientos fingidos.

Ya juega la noche a enturbiar el alma,
conoce los secretos del amargo deseo.
Sabe envolver este cuerpo de una sola mirada
y en la tierra de los cielos, donde su luna lo aclama
llenar la boca de versos, que incesantes resbalan
por los labios entreabiertos del que espera ser amado.
Llueven lágrimas saladas de historias que nunca acaban.
Se aleja la juventud con la rutina por barco
y un chiquillo la persigue, pero no la alcanza..."


Mente apresurada. Siempre encendida. Congelada sólo en el placer de una sonrisa; tímida y honesta. Vuelas. ¿Y cuándo no lo has hecho? Estabas orgullosa de tu independencia, pero era opaca tu mirada perdida. Y el miedo te hacía frágil, te hacía niña. Y te creían tan fuerte… “Me hubiera encantado ser periodista”, me decías; y de noche llenabas tu diario de ositos con ternura sencilla. Ingeniera de fantasías, mariposas y caricias. Espíritu decidido. Tan cálida el alma y la expresión tan fría. Tan rápido viajabas que peinabas la vida. Y tanto quisiste hacer… que ahora el vacío es interrogante y la nada el dolor de lo inexplicable.

Alma liberada, sé por fin protagonista.














Suerte y paz amiga. Un beso fuerte

Entrada dedicada a mi dulce Esther, crítica ácida y amarga cual cebolla. Vieja reliquia revisada, escrita para quien no la mereció, por cierto.

Hay libros que enternecen el alma. Otros, cambian la visión del mundo. Hay novelas que pasarán a la historia por amamantar incluso a quienes no beben de la lectura. El dardo en la palabra, sin embargo, no ha conseguido ser recordado por ninguno de estos hitos.

La obra de Lázaro Carreter, rompecabezas incompleto de sus artículos de opinón, se mantiene aún como Biblia de la élite lingüística, de aquellos amantes de la perfección y el puntillismo idiomático. De pluma en boca este tomo de casi ochocientas páginas ha sido recomendado entre los dioses quisquillosos de la corrección. Aquellos que saben hacer buen uso del libro para, como su nombre indica, lanzar dardos que endulzando su paladar y acolchando con su ego al intelecto, amarguen el trago de quienes los reciben.

Se trata de uno de los mayores mandamientos bibliográficos exactamente críticos con el uso incorrecto de ciertos vocablos del español oral y escrito. Una intención tan noble, mancillada, sin embargo, por su vestidura académica - y Académica- y el tono de pedantería omnisciente con el que fueron firmadas cada una de las vísceras de esta obra recriminatoria. No es de extrañar, pues, que se haya acabado convirtiendo en un manual de maestrillo, digerido con gusto por quienes luchan por alcanzar al mentor algún día y con sarna por cuantos son corregidos severamente por él. Son estos últimos a quienes a menudo se les castiga con la lectura del tomo; pues de la ingesta de tinta y papel han de aprender a avergonzarse de sus muchos errores y, si superan la depresión inicial, optar por enmendarlos todos con voluntad y tesón.

La penitencia es compartida. Los arrojados a la lectura de este recopilatorio de Carreter sufren también la mención de otros "grandes referentes" - o cuanto menos referidos en esas soporíferas clases - como Álex Grijelmo o Luis Mª Ansón. Al menos Grijelmo, en La punta de la lengua, comenta con comedida gracia errores más cercanos como los que se detectan en programas de máxima audiencia o en algunas letras del cancionero popular. Lázaro Carreter, en cambio, centra su investigación en términos que resonaban en los despachos afelpados de hace más de dos décadas; palabras que, presentadas aquí como exóticas rarezas, han sido empadronadas ya por los sucesores del biólogo en sus ilustres taburetes de la Real Academia.

El autor descorcha su obra sentenciando: "Yo combato aquí a los necios que hacen uso ignorante del idioma" y unas líneas abajo afirma que su libro es medicina eficaz para quien adolece de cierta incorrección gramatical. Qué optimista fue entonces Lázaro Carreter al omitir que esta nuestra neciedad ¿o era necedad? nunca nos llevará a abrirlo.

¿Para qué entonces este libro si nadie dará cuenta de sus propios errores? No, se me olvidaba, siempre habrá un tercero al acecho, uno de los alumnos aventajados de la maestra aventajada y el colegio aventajado; alguien incapaz, sin embargo, de perpetuar la incalculable ventaja que le proporciona a uno quedarse callado cuando es de menester.

Es cierto que la mayoría de los artículos precisan de una lectura lenta, y son muchas las ocasiones en las que el autor se remonta a tiempos de feudos y vasallos para argumentar estos malos usos del lenguaje, pero la obra cuenta con un útil índice alfabético que permite ubicar ágilmente cada término. Cabe reconocer, por supuesto, la admirable retórica que da sentido a la pieza, escrita, como es lógico, en un máximo grado de corrección estilística y gramatical, obsesivo para algunos e imitable para muchos otros.

Ya saben, El dardo en la palabra es uno de aquellos libros que puede ayudarles a distinguirse del resto de la humanidad mediocre que mira cuando ve y oye cuando escucha, que repite aquello de "chequeos rutinarios" y no duda en decir que algo es "estrictamente personal." Pueden incluso lucirlo en el metro, entre parada y parada, como el mismo autor reitera en el prólogo. No imaginan qué gozo da poder cotillear con sentido crítico cada palabra que resuene en el vagón. Aunque, bien mirado, ¿No se crearon con este fin los diccionarios? Tal vez Carreter quisiera introducir diccionarios con brazos, piernas, gafas de pasta u hombreras, que pilotan en modo automático hasta encontrar la diana en la que clavar dardos drenados con la seguridad que da hablar en boca de quien sabe, del placer que da fingir saber de lo que uno habla.

En la gloria II ¡CORTEN!


¡Corten! Grito con mi mejor voz. Las actrices abandonan el decorado de cartón y esquivando con desdén las aparatosas máquinas de humo llegan a manos de sus (des)maquilladoras. Yo vuelvo a lo acontecido. Repaso en el visor los últimos minutos grabados… Vaya, ¿y esa cara? No era la idea. Pero me gusta. ¡Buena! Les grito de nuevo y todos parecen deshincharse de tensión. Detrás del estudio, me espera una de esas periodistas plomizas, de las de gafitas lindas y sonrisa no apta para diabéticos. Le sonrío yo también. Soy cortés. ¿Dos besos? No. Me extiende la mano. Bueno, supongo que será lo mejor. Allá vamos. A ver si acaba esto rápido. Estoy cansado. Quiero volver a ver esa cara… no, definitivamente no era cómo yo la había imaginado. Mierda, la chica ya está preguntando; y con grabadora.

[…]siendo tan joven afirmaba sentir una gran identificación hacia este personaje. Permítame la osadía señor Díaz pero por qué y en qué se identifica con alguien como Norma Desmond?

Bueno, supongo que por la fuerza que desprende. La capacidad que tenía de disfrazar la realidad al servicio de su imaginación y sus necesidades. Al fin y al cabo, es una mujer que vive del pasado, aunque cree que para el futuro. Además, le encanta el reconocimiento, disfruta siendo el centro de atención. Yo no tanto –le susurro y luego sonrió, emulando espontaneidad. Pero pronto recuerdo que no hay cámaras y ya vuelvo a ser más yo-.

Si le pidiera que me hiciera una lista de virtudes y defectos de la señorita Desmond…

Una mujer como ella está llena de valores positivos: qué me dice de su clase, de ese porte arrogante aún y cuando ya no puede permitírselo? La enorme energía que proyecta para todo aquello referido a su carrera profesional, viviéndolo… sintiéndolo todo con expresividad desmedida. –La miro satisfecho por mi intervención pero no me está escuchando, sólo apunta, relee sus preguntas e imagina las (sus también, a fin al cabo) respuestas.- ¿Defectos? Creo que para norma la mayoría de defectos son sólo debilidades transitorias. En su caso hay algunas a las que nunca acaba de enfrentarse: es incapaz de asumir que el éxito expiró. Las obsesiones la vuelven una fiera ciega y sorda con grandes carencias afectivas y todo ello además, viviendo de unos ingresos que ya no dispone.

¿Cuando trabaja con el personaje, qué punto exacto intenta desvelar más que el resto?

La ambición… y la resistencia. En su caso son términos casi sinónimos. Van más allá de un mecanismo de superación. El sentimiento de fracaso sigue ahí, pero se borra el objeto.

¿Cuál hubiera sido su papel ideal en El crepúsculo de los Dioses, señor Díaz?

¿Mi papel? Disculpe, creo que no la sigo. Como actor, digo, ¿qué personaje hubiera querido representar? –sonríe y sigue apuntando, ausente- Ah, vaya… El de un joven periodista despistado que llega a su casa para entrevistarla. Un reportaje cualquiera, de esos que se van en serie “Glorias pasadas del cine” o “Estrellas del cine mudo”, tal vez. La gracia sería ver cómo encaja que Norma aún no ha asumido el matiz pretérito de su fama.

¿Qué ha aportado Norma Desmond a la humanidad? Pues, no sé… precisamente eso, humanidad, supongo. Es una pregunta un tanto extraña. Sé que Norma representa sin quererlo a toda una generación de actores que perdieron su empleo con el fin del cine mudo. Pero es mucho más actual que todo eso. ¿Cuántos actores… artistas de todo tipo, confunden su profesión con una identidad social? Son pequeñas Normas, sin éxitos ni trabajo hace días, semanas, ¡años! Y en cambio su actitud huele aún a pseudobohemia.


Pincha la imagen y déjate apresar por Norma


En la gloria I ¡ACCIÓN!

Cortando el espesor de las nubes densas, siluetas luminosas, semitransparentes, se balancean juntas en un levitar hipnótico. Las damas cargan sobre sus cuerpos etéreos ropajes delicados en tonos pastel. La mayoría han optado por el lavanda, una elección segura. Sacuden las finas telas con dedos rejuvenecidos que amarran a ratos copas frías de cristal. Ellos arrastran túnicas holgadas, unas marrones, otras verdes y todas cruzadas en el antebrazo izquierdo.

Bailan las almas alrededor de un fuego blanco cuyas brasas transportan una melodía arpeada que se repite en bucle. Las notas y acordes–visibles cortinas humeantes-ahogan a los presentes en una neblina rosada cada vez más densa.

De pronto, una de las nubes muda su textura ahumada por otra mucho más árida. Con la nueva piel, se yergue una roca blanquecina sobre el resto, como un montículo escarpado de piedra en el que esculpir insignia o izar bandera. Nace la atracción. La música arrastra dulcemente a los espíritus hacia el imperfecto monolito del que han empezado a brotar arroyos resplandecientes de diamante líquido. Los cuerpos de aire, antes alfileres en suspensión, se doblegan armoniosos para colmar sus copas.

Segundos más tarde, con los labios aún embriagados de luz, los esclavos de la música regresan junto al fuego. Tan sólo dos almas, dos mujeres, han de permanecer al margen del baile celestial.

La una, sentada sobre el mármol, estrangula en el puño un crucifijo de hielo que derrite entre los dedos. La otra, choca sus uñas perfiladas contra el cristal del vaso en un ritmo frenético, precipitando la melodía que escucha al intentar reproducirla. Son dos espíritus que aguardan, esencias enfrascadas en una lujosa eternidad.

- - Disculpe, ¿podría acercarme una de las copas? – espera unos segundos sin obtener respuesta. ¿Debería insistir? duda otros instantes más hasta que al fin se decide, seguramente no ha podido escucharla, la neblina musical cada vez se arremolina más alto- Perdone, creo que no…

- - Ya la he oído. ¿No hay nadie que se encargue de eso? – tras fingir una panorámica de la sala entre sus pestañas postizas, deposita una de las copas sobre el escalón de mármol, al pie de la fuente, y aprovecha el gesto para llenar la propia-.

- - Gracias –el tono es seco, severo, pero la voz se escurre despacio, apenada por concluir así la conversación-.

- - Cuando llegué aquí las cosas eran distintas. El placer no estaba en lo material –se desprende de la copa aún llena con desdén- se podía respirar esa –inspira hondo- satisfacción. En cada nube, en cada constelación… todo inundado de felicidad, de aplausos. Sí. Eso es. Grandes ovaciones y aplausos para el merecedor.

- - ¿Halagos?

- - No. Nada de halagos. ¡Justicia! –busca con la mano extendida la copa desechada-

- - La justicia deberíamos haberla tomado en vida, me temo.

-- Naderías, no sabe lo que dice. Este es el momento. La hora de lo verdadero, del éxito auténtico -chasquea los dedos-. Allí abajo no hay castigo peor que la existencia -fija sus ojos en la neblina cada vez más espesa que cubre casi por completo el vestido de gasas esmeralda- ¡Oh! ¿Qué digo? ¿Acaso esto es mejor?

- - Para muchos lo es, créame. Este es el reposo prometido, ¿no? La paz eterna. Sólo hay que abrir los ojos para entender que hasta la diversión es apacible aquí –sonríe y señala la figura de un unicornio proyectada sobre el fuego blanco-.

- - No, querida. Esto no es felicidad. –sopla fuerte dispersando la bruma rosada- ¡sólo sopor! Hágame caso, sé cómo funciona, cómo aturden las almas. Llevo muchos años aquí y nada…

- - No más que una servidora. La conozco, señorita Desmond. Cuando usted llegó yo ya había sido invitada a docenas de fiestas como esta, y le aseguro que tal cosa no ocurre con frecuencia – acaba de trocear el rosario helado y lo vuelca en el vaso- al menos ya no.

- - Mejor. No creo que le convenga demasiado juntarse con estos ...personajes. Parece más despierta que todos ellos. Muy despierta, de hecho, o eso afirman algunos. –sonríe en busca de ácida complicidad- . -

- - Mire Norma, si pretende jugar al misterio con chismorreos que haya podido cazar al vuelo, le advierto que me he vuelto inmune a ciertas habladurías. Además, creía que no nos conocíamos.

- - (Murmurando mientras sorbe de la copa) ¿Quién no conoce a la Regenta? –escupe una sonrisa tensa- pero ¿quién la reconoce? Ese andrajo no le hace justicia, señorita Ozores. Este es el cielo real y no el teatrillo de santas y mártires que han creado allí abajo. (la ofendida cubre sus hombros con un manto amarillo y se pone en pie de espaldas a Norma) ¿De quién pretende esconderse la Regenta? ¿De las habladurías a las que es inmune?

- - De gentes irrespetuosas como usted, Norma. –se gira con fuerza- el teatrillo que tanto critica es mejor que cualquier otro de los engaños… ¡de sus engaños! Pero cómo va a verlo, si es la primera que vive una farsa.

- - (ríe nerviosa y socarrona) ¿Dónde está vuestra corona de santa, Regenta? ¿Dónde han quedado esas alas de ángel que tanto le prometieron?

- - Basta. –empieza a doblarse, las manos cubriendo los oídos- No tiene ningún derecho a…

- - ¿Valió la pena toda esa devoción virginal? ¿Qué ha sido de su confesor? -la Regenta cae de rodillas al pie de la fuente, su vestido empapado de luz aturdidora- Si yo he vivido engañada, señorita Ozores, desde luego no he sido la única.

- - No tuvo suficiente con destrozarse a sí misma. ¡Vuelque su ira en quienes la cegaron, los que la hicieron creerse aquello que ya no era!

De los cuatro ojos brotaron lágrimas profundas. La mujer arrodillada, hundida entre la niebla y el brillo celestial, se aferró a las piernas de una esfinge de labio tembloroso y ceño fruncido. Pronto sintió las caricias de una mano tensada bordeando su cuello y resguardando la nuca. Ambas permanecieron así varios minutos. Sin necesidad de hablar, de mirarse siquiera. Habían encontrado la paz prometida.

Aplausos que enmudecen

El aplauso es la voz del reconocimiento. El eco del mérito y quién sabe si, para algunos, el preludio del triunfo o el triunfo mismo. Sucede que el aplauso es sonoro, grupal, multitudinario y contagioso: son muchas manitas palmoteando juntas; creyéndose fuertes, felices, divertidas. Esquivamos –a veces incluso socorremos- a quien tropieza cerca, al que cae de una bicicleta y aplaudimos al mismo accidentado si aparece en Videos de primera ¿Y qué es el aplauso sino un intercambio de intereses, necesidades? “Un grito de masas” dirán unos, “de esas gentes ineptas que combinan palomitas edulcoradas con su chute diario de teleporqueria” (así en catalán suena mucho más cool).

En el cartel de anuncios de la vida se precisaban “observadores con criterio, capaces de reportar el mundo y sus gentes en palabras e imágenes”. Asumiendo que un transmisor no acostumbra a ser protagonista, me entrevisté con la experiencia ya hace tres años y aún hoy sigo en el casting. Durante este tiempo, he observado a otros competidores -competidoras, en su mayoría-; he aprendido de ellas lecciones de decisión, temple, resistencia y retórica avanzada, pero aún no logro levitar con tanta naturalidad, planear alto y, a vista de pájaro radiactivo, escrutar los intestinos de ratoncitos perdidos. Ellas pueden. Saben cuán importante es su trabajo, lo esencial que resulta huir de las masas y lo primario de su opinión. ¿Opinión? Oh no… esa palabra no existe en el argot, quise decir tal vez rica interpretación profesional. Como muy reflexivamente comentó una expersona dulcemente ahogada en su personaje, aún es pronto para razonamientos propios, al fin y al cabo, ¡sólo tenemos 20 años! Por eso, sin pedirle imposibles a mi mente desentrenada, aquí relato algo que a nuestros humildes Dioses, lectores de vidas, puede interesar:

Viernes 24 y 25 de abril, en el Albergue Mas Silvestre de Canyamars, se celebraba el IV Encuentro de Jóvenes Lectores, organizado por la Associació Catalana de Premsa Comarcal (ACPC). Dos días para decidir el futuro del periodismo del mundo mundial y, a poder ser, para guiar el rescate de la prensa local y comarcal catalana. En la primera jornada, las crías de periodistas “andan aún en frío”, se excusan los pocos postadolescentes; en la segunda, “se pasaron de calientes en una noche de desfase paquito chocolatero”.

Dos días es poco el tiempo para definir el modelo del periodista del futuro, determinar si el publicador ciudadano supone una amenaza para la profesión o jugar a reinventar los medios y sus tecnologías. Por suerte, contábamos con un espacio de debate tras las ponencias y exposiciones, del que debían desprenderse las conclusiones del evento.

En un aulario en forma de cabaña enorme de madera maciza, 110 periodistas en potencia ocupan las largas mesas rectangulares. Todos juegan con sus notas, sus bolígrafos, sus carpetas, algunos también con sus móviles, sus mp3 o sus grabadoras. Está atardeciendo. Las jornadas llegan a su fin. Es el momento del gran debate que ha de cerrar el evento. Un hombre escrupulosamente encorbatado prepara unas diapositivas en el proyector. Lo custodia un ser femenino que en su aparatosa presencia recuerda al limpiachimeneas bohemio de Poppins. De su cuello cuelga la cámara fotográfica, de la cintura un bloc para tomar notas, en el cinturón multiusos una grabadora digital y un micrófono de mano, al pie de sus temblorosos perniles, una cámara de video y entre sus tenazas ágiles, se despliega un trípode de plástico que ha estado cargando en una ingeniosa mochila trasera ocupada ahora por el ordenador muy portátil. Es, sin duda, el reflejo del maravilloso mundo del periodismo multimedia (multimierda?). Aunque yo prefiero llamarle el Veni vidi vincit. Llega, ve (ve aunque no mire, lo hace a través de varios visores) y vincit (consigue suficiente información o sucedáneo para emular conocimientos sobre algo). Y así fue una vez más, la limpiachimeneas había acudido únicamente al cierre. “Espero no fer massa tard” comentaba en un forzado coleguismo con el resto de asistentes, décadas más jóvenes.

No hubo debate. En lugar de eso, el hombre encorbatado se presentó. Era el portavoz de la Agència Catalana de Notícies (ACN). “Ens agradaria –incluye aquí a la limpiachimeneas- posar-vos un petit video perque conegueu millor qui és l’ACN i què fa”. Sin dar opción a réplica o bendición, pulsa el play y empiezan a emerger imágenes en movimiento desde el proyector. Eran periodistas rubiositos, jóvenes, sonriendo y mirando a cámara sin dejar de teclear. Luego mandaban sus textos por el ciberespacio, el viaje intergaláctico de la información. Parecían felices. Satisfechos. Eran súperheroes que disponían de equipos Hi-Tech (tal vez incluso scienciefiction-tech) con los que capturaban al mismo tiempo palabras e imágenes de cuanto sucedía en toda la geografía catalana. La voz, robótica y sensual, era de dobladora de TV3 y se detenía sólo a media frase para repetir ACN. Tanto volvía a las mismas siglas que se acababan digiriendo como la megafonía de un trayecto diario en metro. El video termina con el eslogan empresarial de la agencia. Y, sorprendentemente, se escuchan aplausos. Los críticos reporteros palmotean eufóricos como focas drogadas ante tal muestra de poder y patrocinio empresarial. Poder suficiente como para comprar el tiempo dedicado al debate general de las jornadas y llenarlos con videos corporativos e hipnóticos.

Alguien se percata del tema y en la cordial inercia del “si teniu alguna pregunta o comentari?” aprovecha para dar fe de ello ante el patrocinador. Ningún apoyo. Al fin y al cabo, los aplausos ya habían hablado, es la voz de nuestros humildes Dioses, de los transcriptores del mundo.

PS: La imagen es de la III Trobada de Joves Lectors, no de la IV pero no he encontrado alumnos de la Universidad Abat Oliva que puedan mostrar mejor la dulce penetración del mercado y patrocinio en su sistema docente. ((El profesor, sobrino de Charlie Brown y hermano de Octavio Acebes, merodeaba esta mañana por la UAB... raro raro raro)).




(Despacho del Area de Relacions Internacionals. Interior. La luz de sobremesa se cuela por las paredes-ventana dando falsa sensación de vida. Las mesas son grises. Las puertas son grises. Los ordenadores son grises. Las personas son grises).

- Buenas tardes. Venía a confirmar una plaza ERASMUS para Stirling, Escocia.
- ¿Facultad?
- Comunicación.
- No figura. ¿Ciencias de la comunicación?
- Sí, eso. Claro.
- Déjame ver.
(Silencio)
- Aquí tienes. (extiende un fajo de folios reciclados con grapa). El siguiente paso es inscribirte en la Universidad de destino. Para ello mira las fechas en su página web. Me parece recordar que tu caso es un tanto especial.
- ¿Especial? ¿Por qué? –sonríe-
- El plazo para inscribirte en Stirling se cerró a día 1 de abril.
- ¿En serio? –se sacude la sonrisa de golpe- Bueno y… no sé ¿cómo lo hago?
- Eso ya es algo entre el centro de desino y tú. Nosotros enviamos tus datos a tiempo, ahora lo que has de hacer es mandar la Application form cuanto antes.
- ¿Enviaron mis datos antes de que pudiera confirmar la plaza? Bueno pero entonces ¿cómo hago para avisarles de que les mando la inscripción fuera de fechas?
- Ya lo verán al recibirla.
- (Silencio)
- ¿Y en qué puede afectar eso?... ¿¡Por qué no me avisaron si ya lo sabían antes!?
- Existe un ligero desfase de ritmos de trabajo entre esa Universidad y la nuestra. Nada grave. Como mucho lo que puede suponer es algún impedimento en la adjudicación de asignaturas.
- ¿Que no me den las que pido?
- Se te ofrecerán siempre que aún queden vacantes, tranquilo
- Ya bueno pero…
- Ah, también en nuestra responsabilidad advertirte de que el plazo para pedir residencia en el campus también expiró hace unas semanas.
- ¿¡Qué!? ¿Y dónde duermo yo ahora?
- Existen alternativas. De todos modos, tienes hasta el martes para decidirlo. No deberías prolongarlo más.
- ¿Más? Pero si no lo he prolongado nada… qué sabía yo que… ¿El martes? Bueno pero ¡estamos a viernes!
- Es sólo un aviso. Una recomendación.
- Vaya, pues muchas gracias por… el consejo.
- Tomo nota de que se te ha informado de la situación. Firma aquí y vuelve antes del martes.

Algo así como...


Freedom or Bureaucracy? - BRAZIL



- Buenos días. Venía porque me han llamado de Gestión académica. Tengo pedido un ERASMUS a Reino Unido y parece ser que han anulado la primera preferencia.
- ¿Qué preferencia?
- Leeds, la Universidad de Leeds.
- No. Lo siento. No me figura en la lista.
-Claro, es que de hecho me han llamado para explicar que este año no se ha renovado el acuerdo y tengo que cambiar las opciones.
- Tu nombre?
- Lluís... Díaz.
- Un momento que verifico el dato.
(Se levanta y entra en otro despacho. Se escuchan voces y risas. Vuelve.)
-Bien. Entonces tendremos que cambiar esta primera opción.
- Eso es. Ponga Stirling como primera.
- ¿Stirling? Pero Stirling es tu segunda opción.
- Claro. Córralas un puesto y escogemos una tercera, ¿no?
- Ah no. Hemos dicho cambiar la primera preferencia pero las otras dos ya se cerraron en su momento.
-Bueno, pero escuche. No pretenderá que ahora escoja como primera opción la que, en realidad, hubiera sido la cuarta.
- Escoja la que quiera, pero la segunda y tercera ya no se pueden tocar. Me aparecen con un candadito. Fijadas. Cerradas. No puedo marcar encima.
- Oiga pues desbloqueelas o algo, lo que no puede ser es que ahora por esa tontería me vaya yo a un sitio al que no quiero porque de repente se anula el acuerdo con Leeds.
- Efectivamente, no se ha cerrado el acuerdo con esta Universidad pero con las otras dos sí.
- Bueno, pero... ¿Y que pasa si no pongo primera opción? ¿Si la dejo en blanco salta a la segunda?
- (parece contrariada) No. Eso sí que no lo podemos hacer. El ordenador no lo leería bien.
- Oiga, esta conversación no tiene ningún sentido. Me da igual que el ordenador no lo lea. ¿No puede llamar a quien sea, en la Autónoma, en Inglaterra o en Escocia?
- Si quieres preguntar en el Area de Relacions Internacionals si te lo hacen como algo excepcional...

(Veinte minutos después, cuando los dedos de la secretaria palparon en los del muchacho la orden sellada pertinente, supieron como abrir(se) los candados caprichosos).



(Plaza Cataluña. Interior de la parada de metro. Taquillas cerradas. Me dirijo a un hombre de mediana edad con chaleco granate y camisa rallada. Parece informado, o cuanto menos de información).

- Hola. Disculpe. ¿Sabe dónde puedo conseguir una T-Joven de dos zonas?
- Sí claro, aquí mismo.
- ¿En las máquinas, dice?
- No. La máquina no funciona. Tendrá que ser por taquilla.
- Ya ,mire: es que están todas cerradas. (Se gira y señala a su derecha).
- No. No lo están.
- (Se voltea de nuevo y achina los párpados hasta juntar las cinco letras que han de darle la victoria: TANCAT). Mire, yo creo que sí.
- Ah bueno. Ahora mismo sí lo están, claro. Si no, no andaría yo aquí.
- Vaya, llego tarde, ¿no?
- Ni tarde ni pronto. Es que necesitaba un descanso.
- Ah, ya veo. Bueno… pero ahora vuelve a la taquilla, ¿no?
- Claro, para eso me pagan –ríe-.
- Ya. Claro. Me espero diez minutos entonces…
(silencio)
- En diez minutos ya estará, verdad?
- Sí, probablemente. (Despliega un periódico gratuito tras el que escudarse).
(Ambos permanecen estáticos. Pensativos. Pasan varios minutos).
- Disculpa chico…
- Sí sí, ya voy (propulsa a su cuerpo hacia la taquilla pero al primer paso se detiene).
- Te importaría esperarme allí el rato que quede. Es que me siento observado. No me gusta que me miren.
(silencio)
- Sí… claro.

(Trescientos cincuenta segundos después)

- ¿Quién es ahora?
- (mira atrás y se da cuenta de que está solo ante la ventanilla, su cabeza la única que asoma frente al cristal) A mí.
- Dígame ¿Qué desea?
- Un… una T-Joven.










(Tarde en fiesta. Macroconcierto de vaso profundo y cerebro llano).

- Puff… quin pal això d’haver de triar especialització tan ràpid.
- Ja, és una putada. Però buenu…
- Tu saps què faràs?
- Sí. Em pillaré oncologia. És el que té més sortides, tia.

(No. No hubo risas).

Haciendo caja con Pandora

Haciendo caja con Pandora

Algo no encaja en Telecinco

Cuando, según índices de audiencia, parecía superada la racha de programas de emocioncillas caducas y llanto fácil y habíamos moldeado gusto y hambre para saciarlos con el morbo de ficciones encubiertas como Actrices, actores y viceversa; surge un nuevo híbrido, una nueva amenaza. La fábrica de la tele(cinco) presentaba así, en la web, su última creación: “Se trata del primer relato psicológico en el mundo. Una persona vive una sesión de terapia psicológica personalizada. La reacción es inmediata, en apenas un minuto. Sentado en la butaca, el paciente recibe una descarga de estímulos” a lo que añadían: “Por primera vez, un programa de televisión se adentra en la parte más oculta del ser humano, aquella nublada por la timidez o la vergüenza”.

Relatos psicológicos, puestos a pensar, encontramos muy muchos en la historia reciente de la televisión; lo que ocurría es que estos antes, al menos, quedaban neutralizados por otros fines y formatos. Ya hemos visto personas padeciendo sesiones de terapia psicológica personalizada. ¿No eran acaso terapias personalizadas o sucedáneos lo acontecido en el confesionario del Gran Marrano? Imaginen ahora una de esas sesiones de confesionario llevadas al límite. Ya ocurría algo parecido en noches entrañables en las que usaban un teléfono o una pantalla de plasma para emitir imágenes de familiares, preferiblemente enfermos o dispersos en el territorio. Lo hacían también en ese gran fracaso televisivo casi matutino ―se emitía el domingo de madrugada―en el que, al mostrar a postadolescentes acomplejadas e inseguras videos del maromo de turno tonteando con modelos y actrices, existía la voluntad de sembrar la desconfianza ciega. De un argumento tan conductista como rebatible parte la cajita de sorpresas de Telecinco.

Tras haber superado un duro casting y demostrado que los traumas de uno son peores que los del vecino, los valientes entran cincuenta minutos en un recinto cerrado de cuatro pantallas gigantes sobre las que se proyectan, con alevosía, las imágenes más nocivas para su sensibilidad y equilibrio emocional. Que usted tiene fobia a las arañas, no sufra hombre de Dios, que una voz dulce y comprensiva le ayudará a superarlo con escenas de Arac Attac y si tras el shock la conductora olfatea algún resquicio de miedo o trauma le hará saber con la mayor tranquilidad que entre esas cuatro paredes corretean un par de arañitas juguetonas. En la breve historia del programa, el proceso se ha repetido con ratas y cucarachas. Pero lo de las fobias estaba ya muy visto. ¿Para qué desgastar las pantallas de esta cajita mágica con gente que tiene problemas tan anecdóticos? Además, el público empezaba a sospechar que algo no funcionaba al ver que los mismos que entraban serenos huían deshechos en llanto y vociferando después.

Es mejor, pensaron los cajeros, no restringir tanto el ámbito de actuación y recurrir a cinco temáticas que mueven masas y ablandan corazones y cerebros: celos, infidelidades, cambios bruscos, problemas en la relación sexual y adicciones. De entre los sorprendentemente muchos candidatos –teniendo en cuenta que Telecinco sólo les paga el viaje y alojamiento un par de noches y ni eso si son de Madrid o alrededores– diez escogidos por tema, cincuenta en total. Ni uno más. ¿Por qué tan pocos? Con ellos apenas pueden rellenarse veinte programas –y ya llevan doce–. Probablemente, porque ya eran conscientes de que su monstruo no llegaría a longevo y antes se le daría caza. No sin merecerlo, claro: La cajita de Pandora tentó a la suerte con un especial 11M en el que dos supervivientes del atentado terrorista tuvieron que remugar escenas de la tragedia y escuchar estallidos y explosiones en Double Surround de la mejor calidad, oiga. Atendiendo al éxito, invitaron, presentándolo en la sección “No supero cambios bruscos en mi vida”, a un pobre hombre que había perdido a cuatro miembros de su familia en el accidente de Spanair. Aquí no sólo lucieron Double Surround, los de la cajita también jugaron a magos: “¿Ves esta fotografía familiar?, pues ahora estas cuatro personas ya no están en tu vida” –y las borran de la imagen, creyendo tal vez, que las liquidan del recuerdo del ser humano destrozado–.

No es de extrañar, pues, que los cajeros ya intuyeran que el chollo les duraría poco. Y así ha sido. La Junta del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya (COPC) cuestiona los fines y métodos terapéuticos del programa, explicita que se desentiende de todas sus prácticas y ha abierto incluso, en el seno de su comisión deontológica, una investigación que determine si se vulnera algún principio ético de la profesión. Esperando la resolución del caso, Paolo Basile ha ordenado emitir todos los casos grabados, de cuatro en cuatro, en una especie de puré de patatas condensado en el que sólo aparecen las imágenes más morbosas y emotivas. Sí. Digo bien: emotivas. Y es que, miren cómo son las cosas, que los de la cajita han conseguido que me emocione al ver el programa, ya no con el paciente sino por él.


Links:

Webs para linkar

http://www.lacajaroja.es/

http://www.copc.org/content/view/857/307/

Videos

http://www.youtube.com/watch?v=DvHmwl9UNtc&feature=related Resumen de uno de los últimos programas en el que se invitó a un hombre que ha perdido a cuatro de sus familiares en el accidente de Spanair y a una mujer con fobia a las cucarachas.

http://www.youtube.com/watch?v=mi81G0a2hgo

A destacar: […] Si entras destrozado, conseguirás tocar fondo mucho más rápido. Nadie que pasa por la caja vuelve a ser el mismo (¡!) […] Si te hace menos de 30 días que te has enamorado la Caja Roja te ayuda a salir de dudas (¿?).

http://www.youtube.com/watch?v=ShsMg6Z9f18

Parodia de La Caja con Mariano Rajoy, por Polònia.


Alma de Haiku


Vivo en el recuerdo, el hombre de barba blanca mal recortada me acompaña al momento y al lugar tan exacto como distorsionado en el que su voz explica:

“Te escribo tres páginas porque no tengo tiempo para escribirte tres versos”.

Tres versos son, precisamente, los necesarios para crear un haiku (俳句), derivado de la estructura poética haikai. Cada verso tendrá siempre cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Es una de las formas de poesía tradicional japonesa más extendidas.

Los ojos libres
,
la sonrisa vendida
,
vientre prestado.

Y en la memoria, ese espíritu que mora aún joven en la tierra más poblada…


Más haikus en :

http://www.elrincondelhaiku.org/

El alma del haiku
http://haicu.blogspot.com/
En el blog "Això és una decisió important"




Bienvenidos a bordo, en unos minutos proyectaremos la película "Viaje emocionante al centro de la Tierra". Las azafatas se desplazan como fantasmas entre los asientos: "¿Prensa desea, señor?", preguntan a los seres con pene. "¿Revista de paisajes, señora?, sugieren a los seres con vagina. Una hembra mira fijamente a la robot servicial: "No gracias. Aunque sí quisiera un periódico". La robot se reprograma y sale del paso rápidamente: "Cuál será, señora?" ABC. Sonríen y se efectúa la entrega con éxito. Una vez en sus manos, la mujer hojea el diario, deteniéndose sólo en las ilustraciones y módulos publicitarios de media plana o página entera. El de Halcón Viajes consigue retener su ligera atención más que el resto.

Parece una nueva rica, definitivamente ‘mujer de…’ Bajita, entrada en carnes morenas de UVA y comprimidas por una camiseta negra pseudomoderna. ¿50 años? 55 tal vez. El maquillaje denso, tostado y rojizo como el cabello estudiadamente caótico y punzante. Pendientes de perla rebozada en oro y gafas light sin marco ni montura, cubiertas sólo por el vaho que desprende el sudor grasiento sobre la frente. A los anillos pesados les acompañan dedos gruesos y arrugas embalsamadas en hidratante Yves Roche. Las garras con el borde blanco barnizado. El cuello es esférico; se dilata y comprime como el pasillo oxidado de un autobús urbano.

Ella se dispone a comer. Despliega una servilleta sobre las rodillas y saborea una sopa precocinada que chorrea por la comisura de sus mullidos labios. Tan satisfecha parece, que al desperezarse catapulta los cubiertos de la bandeja al pasillo. La azafata regresa y sus detectores visuales localizan dos objetos ensuciando la moqueta azul PP. "Le importaría…? Su dedo servicial se vuelve acusador. "No puedo lo siento", se encoge de hombros y hace un amago frustrado de acercar sus yemas al tenedor más próximo, recuerda al impulso angustioso de un escarabajo cruelmente volteado; luego apunta a la bandeja llena de envases de plástico reciclable, sin doblarla le será imposible realizar tal hazaña. La robot se agacha y mientras colecta las piezas de metal lamido y sudado con una pinza usa la otra para sostener la falda a medio muslo. Da media vuelta y se desintegra en silencio.

Han pasado veinte minutos. La señora prosigue en su lectura de Halcón Viajes, se fija ahora en "La ruta de los Austria", tan concentrada está que sin querer arroja el móvil al mismo agujero negro al que volcó antes los cubiertos. La bandeja sigue tendida, ahora vacía. Puede doblarla en un solo gesto de muñeca. No lo hace. En su lugar, alarga el brazo y retuerce el tallo como una balleta quebrada hasta que, milagrosamente, consigue acunar el telefonillo entre el oro de sus dedos. Al agacharse, sobre la espalda, en la camiseta oscura, unas letras blancas se despliegan y despiertan de su letargo fetal: "Future is the best and the largest amusement".(El futuro es la mejor diversión y la más duradera).

Su esposo, o compañero de viaje, es tan pálido que cuesta distinguir la calva de los mechones canosos; casi calvo, enjuto y con el pellejo flácido; exgordo, tal vez. Recuesta su barba sobre el respaldo y por las mejillas resbala la dulce saliva corrosiva del sueño más profundo. La baba gotea incesante, oscila, cuelga, se acumula, toma empuje, corre más a cada gota. Su mujer se percata y busca rápido algo entre el bolso diminuto. Choca sus muñones contra la tela, ansiosa, con histeria contenida. Un paquete de cleanex mentolados, eso era. Se lo arroja a la pechera de la camisa y rompe de golpe el descanso. El recién amanecido asume el mensaje y se frota la cara contra el pañuelo. Ella respira tranquila; pero aún decide mirar alrededor, observar la perspectiva de los vecinos de asiento y calcular cuántos han podido beneficiarse de tan humillante visión; quiénes saborearon la saliva de la flaqueza con sus pupilas avaras. Sus ojos turbios se cruzan también con los míos. Le sonrío. Por suerte, yo no valgo: Bebo Fanta. Ella ha pedido un Rioja.


Cartón con mucho arte

Siempre he sentido una incontrolable repulsión hacia las revistas decorativas (Me refiero a los catálogos de muebles y cortinas, no a aquellas que hacen bonito sobre el armario del retrete). Ahora, además, ya he entendido por qué. Algo me decía que se produciría este momento. El instante preciso en el que confirmara, oteando las páginas de una de estas publicaciones huecas, el preocupante - aunque divertido - proceso de estupidez mórbida al que se ve propulsada la humanidad.

¿Por dónde empezar? Yo estaba tan feliz intentando extraer de la revista alguna pauta útil para un trabajo de diseño cuando, así de repente, como una seta amorfa y carnívora, me encuentro con esto (tuve que mirar 5 veces para cercionarme de que lo había leído bien y otro vistazo al calendario para comprobar que no estábamos a 28 de Diciembre).



1. Amplio armario de un 'estilo clásico' aunque 'alejado de la sobriedad'. Fabricado en cartón. Creación de los ingleses Farmdesings. Su precio ronda los asequibles 200€.



2. Bonito jarrón, regalazo para quedar como los reyes, y que complementa la decoración ambiental que estamos montando, también en cartón. Lo podemos encontrar en Tout Simplement. El curioso y original recipiente floral se vende por 16,50€ e incluye una pequeña botella de agua mineral en su interior para mantener las flores frescas.



3. Vanguardista sofá, a juego con el armario de antes, también en cartón. Se vende por metros (unos 300€ el metro) ¿Quién dijo que no existía el mueble ideal para cada ricón de cada casa? No es precisamente barato; pero sí original y ecológico.


¿Aún no te han convencido para que redecores tu vida con muebles de cartón? Pues atento (extracto copiado íntegra y literalmente):


" En pleno 2009 no hay nadie que no se preocupe por el medio ambiente. Los árboles de la selva amazónica no son infinitos, ni nuestros pinares, ni los grandes bosques europeos. Varias marcas preocupadas por los árboles (y por forrarse a toda costa) se han dedicado a diseñar muebles en nuevos materiales como ahora el cartón (mmmh.. Si es que es tan nuevo el cartón, oiga...). Estos muebles no sólo son vistosos (Hombre dan el cante pero tanto como vistosos...) sino que además son ligeros, resistentes (¡¿resistentes?!) y totalmente reciclables una vez has terminado de usarlos (Espera que me río. Claro, puedo hacerme un disfraz con ellos ¿Y mis 300€ por metro también pueden reciclarse? ¡wow!). El mayor problema: si se os cae algún líquido sobre ellos ya os podéis despedir (¿En seriooo? Ostras, pero creo que vale la pena correr el riesgo. El cartón es tan... cool!). Sus precios son algo más bajos que los muebles tradicionales (Sólo algo más, ¿eh? no os emocionéis), lo que los hace ideales para las casas provisionales como aquellas de estudiantes (Ya sabemos que la situación del estudiante es precaria pero... ¿Es necesario vivir entre cartones para demostrarlo?)".


Creían que esto es todo? Que se trata del principio del fin? No. Si alguien vende sofás de cartón por 300 euros el metro lo hace por conocimiento de causa o por causa de conocer que éste sofá:



de Yves Saint Laurent ( If San Lauren para muchos) resulta ser el más caro del mundo, con un precio simbólico -símbolo de sinsentidos- de 21,9 millones de euros. Y vean que por muy caro, no es ni sofá, sino uno de esos sillones que le parten la espalda al que mide más de metro sesenta.


No puedo añadir nada más. Creo que no estoy preparado. Si alguien lo encuentra todo tan asombroso como yo, por favor que comente o me envíe una señal. Tengo miedo. Mucho miedo.

Reflexión tópica


Pedir perdón por reducir algo tan vasto y tópico como los tópicos mismos a cuatro ejemplos en una conversación entre madre e hijo le quitaría sentido al mensaje. La ignorancia natural, inducida o sugestionada sobre la naturaleza plural de este tema de temas me transporta sin querer queriendo a la didáctica más básica. Cabe advertir que a nadie pretendía amamantar yo en esta materia, notable es el empacho lácteo que a todos nos llega al respecto y el problema no es tanto hablar de tópicos, sino saberlos reconocer. Una vez detectados, hasta los más puristas, con espíritu de crítica voraz y regeneradora, entenderán que separar los tópicos de la creación es ya no partir de cero, sino partir de nada.

Los tópicos, a pesar de su voluntad perenne, se muestran mutantes en fachada. Como el niño Mario que quedaría decepcionado al no ver en una película sobre Brasil su perfil del brasileño tipo, otros tantos ciudadanos del mundo seguidores de los españolitos mediáticos, han aplaudido la proliferación de tópicos y contratópicos españoles. ¡Qué espanto!, ¿verdad? Ya saben: Invasión nórdica en las Ramblas con sombreros mejicanos y niñas vestidas de Estela del Carmen. Horrible. Por suerte, afirman algunos, lejos queda la España cañí de Bienvenido Mr. Marshall o de una Ángela Molina puteada y Manolete Bandera hambriento de sexo y cocaína cantando aquello de Las cosas del querer”. Suelen ser de esta opinión quienes se mofan del cine castizo de Martínez Soria o critican incluso –no sin justificación- las estampas nacionalistas del país que pintaron por encargo autores de siglos pretéritos (entendiendo aquí nación como una, grande y tópica). Son héroes antitópicos de flequillo cortina y gafapastas –cabe advertir excepciones catalanas en las que pueden ocultar su alter ego, su Clark Kent, bajo atuendo de perroflautas. La gran mayoría de estos justicieros se derriten si miran fijamente alguno de los paneles costumbristas –o hechos por costumbre (y dinero) cuanto menos- de la España de Sorolla expuesta en MNAC de Barcelona (Sí. Frente a las fuentes de Montjuïc).

Por suerte, poco tengo que preocuparme en convencer a tal ejército de nada pues no hay elementos unificadores –con excepción tal vez del bonobús o la carpeta universitaria que lucen y reciclan como arma punzante- que no odien por vocación. Eso sí, antitópicos del mundo, traigo malas noticias: Martínez Soria no ha muerto. Se ha reencarnado en un personaje mucho más sugerente. Tan sugerente que sugeriere un país entero en un escote, una mirada, una frase o en un anuncio de antiarrugas. Lo siento, benditos puristas, el enemigo es fuerte, ha sabido reunir y retozar en los tópicos más fangosos y difíciles de limpiar. Al verlo hablar, moverse, reír, bailar, palmotear y posar entre nuevos ricos y casi famosos sedientos de estiércol y reconocimiento os parecerá el espejismo de una Carmen de Bizet mejorada. Su nombre fálico indica que a va a por todos –a por todos los éxitos, digo-...




- Ai, mira Jordi. Si li donen el premi a la Penelope.
- Dona, estava cantat. Ondia, com es passa la presentadora, “Esta mujer hace historia por ser española, como la película”, diu.
- Mira, no sé, però a mi m’agrada molt com l’han vestida, eh?
- A tu i a tots aquells que criden allà a Madrid. Goita goita: quanta gent escdridassant!
- Quina afició, eh? Criden tant com ella quan lo del Pedroo

[…] I grew up in a town called Alcobendas where this was […]

- Ai, Jordi. Vols dir qu calia allò del Alcobendas?
- Home sí… jo això no ho veig malament. Si a tu et donessin l'Òscar bé que parlaries d’Alpicat. O no?
- Sí, és clar, això sí…
- Escolta ¿Què diu aquesta? ¿Que ha de proteger el arte?
- Ella?
- Això sembla. Diu que es su lenguaje.
- Su lenguaje és la pitera, Jordi. No fotem.
- Doncs a mi m’ha convençut.




Picture1: Alcobenda's Hero being bullfought by Cayetano Rivera

Picture2:Alcabenda's Hero celebrating one of her victories with her friend Almodovar and some other palmeros.

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