(Despacho del Area de Relacions Internacionals. Interior. La luz de sobremesa se cuela por las paredes-ventana dando falsa sensación de vida. Las mesas son grises. Las puertas son grises. Los ordenadores son grises. Las personas son grises).

- Buenas tardes. Venía a confirmar una plaza ERASMUS para Stirling, Escocia.
- ¿Facultad?
- Comunicación.
- No figura. ¿Ciencias de la comunicación?
- Sí, eso. Claro.
- Déjame ver.
(Silencio)
- Aquí tienes. (extiende un fajo de folios reciclados con grapa). El siguiente paso es inscribirte en la Universidad de destino. Para ello mira las fechas en su página web. Me parece recordar que tu caso es un tanto especial.
- ¿Especial? ¿Por qué? –sonríe-
- El plazo para inscribirte en Stirling se cerró a día 1 de abril.
- ¿En serio? –se sacude la sonrisa de golpe- Bueno y… no sé ¿cómo lo hago?
- Eso ya es algo entre el centro de desino y tú. Nosotros enviamos tus datos a tiempo, ahora lo que has de hacer es mandar la Application form cuanto antes.
- ¿Enviaron mis datos antes de que pudiera confirmar la plaza? Bueno pero entonces ¿cómo hago para avisarles de que les mando la inscripción fuera de fechas?
- Ya lo verán al recibirla.
- (Silencio)
- ¿Y en qué puede afectar eso?... ¿¡Por qué no me avisaron si ya lo sabían antes!?
- Existe un ligero desfase de ritmos de trabajo entre esa Universidad y la nuestra. Nada grave. Como mucho lo que puede suponer es algún impedimento en la adjudicación de asignaturas.
- ¿Que no me den las que pido?
- Se te ofrecerán siempre que aún queden vacantes, tranquilo
- Ya bueno pero…
- Ah, también en nuestra responsabilidad advertirte de que el plazo para pedir residencia en el campus también expiró hace unas semanas.
- ¿¡Qué!? ¿Y dónde duermo yo ahora?
- Existen alternativas. De todos modos, tienes hasta el martes para decidirlo. No deberías prolongarlo más.
- ¿Más? Pero si no lo he prolongado nada… qué sabía yo que… ¿El martes? Bueno pero ¡estamos a viernes!
- Es sólo un aviso. Una recomendación.
- Vaya, pues muchas gracias por… el consejo.
- Tomo nota de que se te ha informado de la situación. Firma aquí y vuelve antes del martes.

Algo así como...


Freedom or Bureaucracy? - BRAZIL



- Buenos días. Venía porque me han llamado de Gestión académica. Tengo pedido un ERASMUS a Reino Unido y parece ser que han anulado la primera preferencia.
- ¿Qué preferencia?
- Leeds, la Universidad de Leeds.
- No. Lo siento. No me figura en la lista.
-Claro, es que de hecho me han llamado para explicar que este año no se ha renovado el acuerdo y tengo que cambiar las opciones.
- Tu nombre?
- Lluís... Díaz.
- Un momento que verifico el dato.
(Se levanta y entra en otro despacho. Se escuchan voces y risas. Vuelve.)
-Bien. Entonces tendremos que cambiar esta primera opción.
- Eso es. Ponga Stirling como primera.
- ¿Stirling? Pero Stirling es tu segunda opción.
- Claro. Córralas un puesto y escogemos una tercera, ¿no?
- Ah no. Hemos dicho cambiar la primera preferencia pero las otras dos ya se cerraron en su momento.
-Bueno, pero escuche. No pretenderá que ahora escoja como primera opción la que, en realidad, hubiera sido la cuarta.
- Escoja la que quiera, pero la segunda y tercera ya no se pueden tocar. Me aparecen con un candadito. Fijadas. Cerradas. No puedo marcar encima.
- Oiga pues desbloqueelas o algo, lo que no puede ser es que ahora por esa tontería me vaya yo a un sitio al que no quiero porque de repente se anula el acuerdo con Leeds.
- Efectivamente, no se ha cerrado el acuerdo con esta Universidad pero con las otras dos sí.
- Bueno, pero... ¿Y que pasa si no pongo primera opción? ¿Si la dejo en blanco salta a la segunda?
- (parece contrariada) No. Eso sí que no lo podemos hacer. El ordenador no lo leería bien.
- Oiga, esta conversación no tiene ningún sentido. Me da igual que el ordenador no lo lea. ¿No puede llamar a quien sea, en la Autónoma, en Inglaterra o en Escocia?
- Si quieres preguntar en el Area de Relacions Internacionals si te lo hacen como algo excepcional...

(Veinte minutos después, cuando los dedos de la secretaria palparon en los del muchacho la orden sellada pertinente, supieron como abrir(se) los candados caprichosos).



(Plaza Cataluña. Interior de la parada de metro. Taquillas cerradas. Me dirijo a un hombre de mediana edad con chaleco granate y camisa rallada. Parece informado, o cuanto menos de información).

- Hola. Disculpe. ¿Sabe dónde puedo conseguir una T-Joven de dos zonas?
- Sí claro, aquí mismo.
- ¿En las máquinas, dice?
- No. La máquina no funciona. Tendrá que ser por taquilla.
- Ya ,mire: es que están todas cerradas. (Se gira y señala a su derecha).
- No. No lo están.
- (Se voltea de nuevo y achina los párpados hasta juntar las cinco letras que han de darle la victoria: TANCAT). Mire, yo creo que sí.
- Ah bueno. Ahora mismo sí lo están, claro. Si no, no andaría yo aquí.
- Vaya, llego tarde, ¿no?
- Ni tarde ni pronto. Es que necesitaba un descanso.
- Ah, ya veo. Bueno… pero ahora vuelve a la taquilla, ¿no?
- Claro, para eso me pagan –ríe-.
- Ya. Claro. Me espero diez minutos entonces…
(silencio)
- En diez minutos ya estará, verdad?
- Sí, probablemente. (Despliega un periódico gratuito tras el que escudarse).
(Ambos permanecen estáticos. Pensativos. Pasan varios minutos).
- Disculpa chico…
- Sí sí, ya voy (propulsa a su cuerpo hacia la taquilla pero al primer paso se detiene).
- Te importaría esperarme allí el rato que quede. Es que me siento observado. No me gusta que me miren.
(silencio)
- Sí… claro.

(Trescientos cincuenta segundos después)

- ¿Quién es ahora?
- (mira atrás y se da cuenta de que está solo ante la ventanilla, su cabeza la única que asoma frente al cristal) A mí.
- Dígame ¿Qué desea?
- Un… una T-Joven.










(Tarde en fiesta. Macroconcierto de vaso profundo y cerebro llano).

- Puff… quin pal això d’haver de triar especialització tan ràpid.
- Ja, és una putada. Però buenu…
- Tu saps què faràs?
- Sí. Em pillaré oncologia. És el que té més sortides, tia.

(No. No hubo risas).

Haciendo caja con Pandora

Haciendo caja con Pandora

Algo no encaja en Telecinco

Cuando, según índices de audiencia, parecía superada la racha de programas de emocioncillas caducas y llanto fácil y habíamos moldeado gusto y hambre para saciarlos con el morbo de ficciones encubiertas como Actrices, actores y viceversa; surge un nuevo híbrido, una nueva amenaza. La fábrica de la tele(cinco) presentaba así, en la web, su última creación: “Se trata del primer relato psicológico en el mundo. Una persona vive una sesión de terapia psicológica personalizada. La reacción es inmediata, en apenas un minuto. Sentado en la butaca, el paciente recibe una descarga de estímulos” a lo que añadían: “Por primera vez, un programa de televisión se adentra en la parte más oculta del ser humano, aquella nublada por la timidez o la vergüenza”.

Relatos psicológicos, puestos a pensar, encontramos muy muchos en la historia reciente de la televisión; lo que ocurría es que estos antes, al menos, quedaban neutralizados por otros fines y formatos. Ya hemos visto personas padeciendo sesiones de terapia psicológica personalizada. ¿No eran acaso terapias personalizadas o sucedáneos lo acontecido en el confesionario del Gran Marrano? Imaginen ahora una de esas sesiones de confesionario llevadas al límite. Ya ocurría algo parecido en noches entrañables en las que usaban un teléfono o una pantalla de plasma para emitir imágenes de familiares, preferiblemente enfermos o dispersos en el territorio. Lo hacían también en ese gran fracaso televisivo casi matutino ―se emitía el domingo de madrugada―en el que, al mostrar a postadolescentes acomplejadas e inseguras videos del maromo de turno tonteando con modelos y actrices, existía la voluntad de sembrar la desconfianza ciega. De un argumento tan conductista como rebatible parte la cajita de sorpresas de Telecinco.

Tras haber superado un duro casting y demostrado que los traumas de uno son peores que los del vecino, los valientes entran cincuenta minutos en un recinto cerrado de cuatro pantallas gigantes sobre las que se proyectan, con alevosía, las imágenes más nocivas para su sensibilidad y equilibrio emocional. Que usted tiene fobia a las arañas, no sufra hombre de Dios, que una voz dulce y comprensiva le ayudará a superarlo con escenas de Arac Attac y si tras el shock la conductora olfatea algún resquicio de miedo o trauma le hará saber con la mayor tranquilidad que entre esas cuatro paredes corretean un par de arañitas juguetonas. En la breve historia del programa, el proceso se ha repetido con ratas y cucarachas. Pero lo de las fobias estaba ya muy visto. ¿Para qué desgastar las pantallas de esta cajita mágica con gente que tiene problemas tan anecdóticos? Además, el público empezaba a sospechar que algo no funcionaba al ver que los mismos que entraban serenos huían deshechos en llanto y vociferando después.

Es mejor, pensaron los cajeros, no restringir tanto el ámbito de actuación y recurrir a cinco temáticas que mueven masas y ablandan corazones y cerebros: celos, infidelidades, cambios bruscos, problemas en la relación sexual y adicciones. De entre los sorprendentemente muchos candidatos –teniendo en cuenta que Telecinco sólo les paga el viaje y alojamiento un par de noches y ni eso si son de Madrid o alrededores– diez escogidos por tema, cincuenta en total. Ni uno más. ¿Por qué tan pocos? Con ellos apenas pueden rellenarse veinte programas –y ya llevan doce–. Probablemente, porque ya eran conscientes de que su monstruo no llegaría a longevo y antes se le daría caza. No sin merecerlo, claro: La cajita de Pandora tentó a la suerte con un especial 11M en el que dos supervivientes del atentado terrorista tuvieron que remugar escenas de la tragedia y escuchar estallidos y explosiones en Double Surround de la mejor calidad, oiga. Atendiendo al éxito, invitaron, presentándolo en la sección “No supero cambios bruscos en mi vida”, a un pobre hombre que había perdido a cuatro miembros de su familia en el accidente de Spanair. Aquí no sólo lucieron Double Surround, los de la cajita también jugaron a magos: “¿Ves esta fotografía familiar?, pues ahora estas cuatro personas ya no están en tu vida” –y las borran de la imagen, creyendo tal vez, que las liquidan del recuerdo del ser humano destrozado–.

No es de extrañar, pues, que los cajeros ya intuyeran que el chollo les duraría poco. Y así ha sido. La Junta del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya (COPC) cuestiona los fines y métodos terapéuticos del programa, explicita que se desentiende de todas sus prácticas y ha abierto incluso, en el seno de su comisión deontológica, una investigación que determine si se vulnera algún principio ético de la profesión. Esperando la resolución del caso, Paolo Basile ha ordenado emitir todos los casos grabados, de cuatro en cuatro, en una especie de puré de patatas condensado en el que sólo aparecen las imágenes más morbosas y emotivas. Sí. Digo bien: emotivas. Y es que, miren cómo son las cosas, que los de la cajita han conseguido que me emocione al ver el programa, ya no con el paciente sino por él.


Links:

Webs para linkar

http://www.lacajaroja.es/

http://www.copc.org/content/view/857/307/

Videos

http://www.youtube.com/watch?v=DvHmwl9UNtc&feature=related Resumen de uno de los últimos programas en el que se invitó a un hombre que ha perdido a cuatro de sus familiares en el accidente de Spanair y a una mujer con fobia a las cucarachas.

http://www.youtube.com/watch?v=mi81G0a2hgo

A destacar: […] Si entras destrozado, conseguirás tocar fondo mucho más rápido. Nadie que pasa por la caja vuelve a ser el mismo (¡!) […] Si te hace menos de 30 días que te has enamorado la Caja Roja te ayuda a salir de dudas (¿?).

http://www.youtube.com/watch?v=ShsMg6Z9f18

Parodia de La Caja con Mariano Rajoy, por Polònia.


Alma de Haiku


Vivo en el recuerdo, el hombre de barba blanca mal recortada me acompaña al momento y al lugar tan exacto como distorsionado en el que su voz explica:

“Te escribo tres páginas porque no tengo tiempo para escribirte tres versos”.

Tres versos son, precisamente, los necesarios para crear un haiku (俳句), derivado de la estructura poética haikai. Cada verso tendrá siempre cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Es una de las formas de poesía tradicional japonesa más extendidas.

Los ojos libres
,
la sonrisa vendida
,
vientre prestado.

Y en la memoria, ese espíritu que mora aún joven en la tierra más poblada…


Más haikus en :

http://www.elrincondelhaiku.org/

El alma del haiku
http://haicu.blogspot.com/
En el blog "Això és una decisió important"




Bienvenidos a bordo, en unos minutos proyectaremos la película "Viaje emocionante al centro de la Tierra". Las azafatas se desplazan como fantasmas entre los asientos: "¿Prensa desea, señor?", preguntan a los seres con pene. "¿Revista de paisajes, señora?, sugieren a los seres con vagina. Una hembra mira fijamente a la robot servicial: "No gracias. Aunque sí quisiera un periódico". La robot se reprograma y sale del paso rápidamente: "Cuál será, señora?" ABC. Sonríen y se efectúa la entrega con éxito. Una vez en sus manos, la mujer hojea el diario, deteniéndose sólo en las ilustraciones y módulos publicitarios de media plana o página entera. El de Halcón Viajes consigue retener su ligera atención más que el resto.

Parece una nueva rica, definitivamente ‘mujer de…’ Bajita, entrada en carnes morenas de UVA y comprimidas por una camiseta negra pseudomoderna. ¿50 años? 55 tal vez. El maquillaje denso, tostado y rojizo como el cabello estudiadamente caótico y punzante. Pendientes de perla rebozada en oro y gafas light sin marco ni montura, cubiertas sólo por el vaho que desprende el sudor grasiento sobre la frente. A los anillos pesados les acompañan dedos gruesos y arrugas embalsamadas en hidratante Yves Roche. Las garras con el borde blanco barnizado. El cuello es esférico; se dilata y comprime como el pasillo oxidado de un autobús urbano.

Ella se dispone a comer. Despliega una servilleta sobre las rodillas y saborea una sopa precocinada que chorrea por la comisura de sus mullidos labios. Tan satisfecha parece, que al desperezarse catapulta los cubiertos de la bandeja al pasillo. La azafata regresa y sus detectores visuales localizan dos objetos ensuciando la moqueta azul PP. "Le importaría…? Su dedo servicial se vuelve acusador. "No puedo lo siento", se encoge de hombros y hace un amago frustrado de acercar sus yemas al tenedor más próximo, recuerda al impulso angustioso de un escarabajo cruelmente volteado; luego apunta a la bandeja llena de envases de plástico reciclable, sin doblarla le será imposible realizar tal hazaña. La robot se agacha y mientras colecta las piezas de metal lamido y sudado con una pinza usa la otra para sostener la falda a medio muslo. Da media vuelta y se desintegra en silencio.

Han pasado veinte minutos. La señora prosigue en su lectura de Halcón Viajes, se fija ahora en "La ruta de los Austria", tan concentrada está que sin querer arroja el móvil al mismo agujero negro al que volcó antes los cubiertos. La bandeja sigue tendida, ahora vacía. Puede doblarla en un solo gesto de muñeca. No lo hace. En su lugar, alarga el brazo y retuerce el tallo como una balleta quebrada hasta que, milagrosamente, consigue acunar el telefonillo entre el oro de sus dedos. Al agacharse, sobre la espalda, en la camiseta oscura, unas letras blancas se despliegan y despiertan de su letargo fetal: "Future is the best and the largest amusement".(El futuro es la mejor diversión y la más duradera).

Su esposo, o compañero de viaje, es tan pálido que cuesta distinguir la calva de los mechones canosos; casi calvo, enjuto y con el pellejo flácido; exgordo, tal vez. Recuesta su barba sobre el respaldo y por las mejillas resbala la dulce saliva corrosiva del sueño más profundo. La baba gotea incesante, oscila, cuelga, se acumula, toma empuje, corre más a cada gota. Su mujer se percata y busca rápido algo entre el bolso diminuto. Choca sus muñones contra la tela, ansiosa, con histeria contenida. Un paquete de cleanex mentolados, eso era. Se lo arroja a la pechera de la camisa y rompe de golpe el descanso. El recién amanecido asume el mensaje y se frota la cara contra el pañuelo. Ella respira tranquila; pero aún decide mirar alrededor, observar la perspectiva de los vecinos de asiento y calcular cuántos han podido beneficiarse de tan humillante visión; quiénes saborearon la saliva de la flaqueza con sus pupilas avaras. Sus ojos turbios se cruzan también con los míos. Le sonrío. Por suerte, yo no valgo: Bebo Fanta. Ella ha pedido un Rioja.


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