Mente apresurada. Siempre encendida. Congelada sólo en el placer de una sonrisa; tímida y honesta. Vuelas. ¿Y cuándo no lo has hecho? Estabas orgullosa de tu independencia, pero era opaca tu mirada perdida. Y el miedo te hacía frágil, te hacía niña. Y te creían tan fuerte… “Me hubiera encantado ser periodista”, me decías; y de noche llenabas tu diario de ositos con ternura sencilla. Ingeniera de fantasías, mariposas y caricias. Espíritu decidido. Tan cálida el alma y la expresión tan fría. Tan rápido viajabas que peinabas la vida. Y tanto quisiste hacer… que ahora el vacío es interrogante y la nada el dolor de lo inexplicable.

Alma liberada, sé por fin protagonista.














Suerte y paz amiga. Un beso fuerte

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