Haciendo caja con Pandora

Haciendo caja con Pandora

Algo no encaja en Telecinco

Cuando, según índices de audiencia, parecía superada la racha de programas de emocioncillas caducas y llanto fácil y habíamos moldeado gusto y hambre para saciarlos con el morbo de ficciones encubiertas como Actrices, actores y viceversa; surge un nuevo híbrido, una nueva amenaza. La fábrica de la tele(cinco) presentaba así, en la web, su última creación: “Se trata del primer relato psicológico en el mundo. Una persona vive una sesión de terapia psicológica personalizada. La reacción es inmediata, en apenas un minuto. Sentado en la butaca, el paciente recibe una descarga de estímulos” a lo que añadían: “Por primera vez, un programa de televisión se adentra en la parte más oculta del ser humano, aquella nublada por la timidez o la vergüenza”.

Relatos psicológicos, puestos a pensar, encontramos muy muchos en la historia reciente de la televisión; lo que ocurría es que estos antes, al menos, quedaban neutralizados por otros fines y formatos. Ya hemos visto personas padeciendo sesiones de terapia psicológica personalizada. ¿No eran acaso terapias personalizadas o sucedáneos lo acontecido en el confesionario del Gran Marrano? Imaginen ahora una de esas sesiones de confesionario llevadas al límite. Ya ocurría algo parecido en noches entrañables en las que usaban un teléfono o una pantalla de plasma para emitir imágenes de familiares, preferiblemente enfermos o dispersos en el territorio. Lo hacían también en ese gran fracaso televisivo casi matutino ―se emitía el domingo de madrugada―en el que, al mostrar a postadolescentes acomplejadas e inseguras videos del maromo de turno tonteando con modelos y actrices, existía la voluntad de sembrar la desconfianza ciega. De un argumento tan conductista como rebatible parte la cajita de sorpresas de Telecinco.

Tras haber superado un duro casting y demostrado que los traumas de uno son peores que los del vecino, los valientes entran cincuenta minutos en un recinto cerrado de cuatro pantallas gigantes sobre las que se proyectan, con alevosía, las imágenes más nocivas para su sensibilidad y equilibrio emocional. Que usted tiene fobia a las arañas, no sufra hombre de Dios, que una voz dulce y comprensiva le ayudará a superarlo con escenas de Arac Attac y si tras el shock la conductora olfatea algún resquicio de miedo o trauma le hará saber con la mayor tranquilidad que entre esas cuatro paredes corretean un par de arañitas juguetonas. En la breve historia del programa, el proceso se ha repetido con ratas y cucarachas. Pero lo de las fobias estaba ya muy visto. ¿Para qué desgastar las pantallas de esta cajita mágica con gente que tiene problemas tan anecdóticos? Además, el público empezaba a sospechar que algo no funcionaba al ver que los mismos que entraban serenos huían deshechos en llanto y vociferando después.

Es mejor, pensaron los cajeros, no restringir tanto el ámbito de actuación y recurrir a cinco temáticas que mueven masas y ablandan corazones y cerebros: celos, infidelidades, cambios bruscos, problemas en la relación sexual y adicciones. De entre los sorprendentemente muchos candidatos –teniendo en cuenta que Telecinco sólo les paga el viaje y alojamiento un par de noches y ni eso si son de Madrid o alrededores– diez escogidos por tema, cincuenta en total. Ni uno más. ¿Por qué tan pocos? Con ellos apenas pueden rellenarse veinte programas –y ya llevan doce–. Probablemente, porque ya eran conscientes de que su monstruo no llegaría a longevo y antes se le daría caza. No sin merecerlo, claro: La cajita de Pandora tentó a la suerte con un especial 11M en el que dos supervivientes del atentado terrorista tuvieron que remugar escenas de la tragedia y escuchar estallidos y explosiones en Double Surround de la mejor calidad, oiga. Atendiendo al éxito, invitaron, presentándolo en la sección “No supero cambios bruscos en mi vida”, a un pobre hombre que había perdido a cuatro miembros de su familia en el accidente de Spanair. Aquí no sólo lucieron Double Surround, los de la cajita también jugaron a magos: “¿Ves esta fotografía familiar?, pues ahora estas cuatro personas ya no están en tu vida” –y las borran de la imagen, creyendo tal vez, que las liquidan del recuerdo del ser humano destrozado–.

No es de extrañar, pues, que los cajeros ya intuyeran que el chollo les duraría poco. Y así ha sido. La Junta del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya (COPC) cuestiona los fines y métodos terapéuticos del programa, explicita que se desentiende de todas sus prácticas y ha abierto incluso, en el seno de su comisión deontológica, una investigación que determine si se vulnera algún principio ético de la profesión. Esperando la resolución del caso, Paolo Basile ha ordenado emitir todos los casos grabados, de cuatro en cuatro, en una especie de puré de patatas condensado en el que sólo aparecen las imágenes más morbosas y emotivas. Sí. Digo bien: emotivas. Y es que, miren cómo son las cosas, que los de la cajita han conseguido que me emocione al ver el programa, ya no con el paciente sino por él.


Links:

Webs para linkar

http://www.lacajaroja.es/

http://www.copc.org/content/view/857/307/

Videos

http://www.youtube.com/watch?v=DvHmwl9UNtc&feature=related Resumen de uno de los últimos programas en el que se invitó a un hombre que ha perdido a cuatro de sus familiares en el accidente de Spanair y a una mujer con fobia a las cucarachas.

http://www.youtube.com/watch?v=mi81G0a2hgo

A destacar: […] Si entras destrozado, conseguirás tocar fondo mucho más rápido. Nadie que pasa por la caja vuelve a ser el mismo (¡!) […] Si te hace menos de 30 días que te has enamorado la Caja Roja te ayuda a salir de dudas (¿?).

http://www.youtube.com/watch?v=ShsMg6Z9f18

Parodia de La Caja con Mariano Rajoy, por Polònia.


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