Cartón con mucho arte

Siempre he sentido una incontrolable repulsión hacia las revistas decorativas (Me refiero a los catálogos de muebles y cortinas, no a aquellas que hacen bonito sobre el armario del retrete). Ahora, además, ya he entendido por qué. Algo me decía que se produciría este momento. El instante preciso en el que confirmara, oteando las páginas de una de estas publicaciones huecas, el preocupante - aunque divertido - proceso de estupidez mórbida al que se ve propulsada la humanidad.

¿Por dónde empezar? Yo estaba tan feliz intentando extraer de la revista alguna pauta útil para un trabajo de diseño cuando, así de repente, como una seta amorfa y carnívora, me encuentro con esto (tuve que mirar 5 veces para cercionarme de que lo había leído bien y otro vistazo al calendario para comprobar que no estábamos a 28 de Diciembre).



1. Amplio armario de un 'estilo clásico' aunque 'alejado de la sobriedad'. Fabricado en cartón. Creación de los ingleses Farmdesings. Su precio ronda los asequibles 200€.



2. Bonito jarrón, regalazo para quedar como los reyes, y que complementa la decoración ambiental que estamos montando, también en cartón. Lo podemos encontrar en Tout Simplement. El curioso y original recipiente floral se vende por 16,50€ e incluye una pequeña botella de agua mineral en su interior para mantener las flores frescas.



3. Vanguardista sofá, a juego con el armario de antes, también en cartón. Se vende por metros (unos 300€ el metro) ¿Quién dijo que no existía el mueble ideal para cada ricón de cada casa? No es precisamente barato; pero sí original y ecológico.


¿Aún no te han convencido para que redecores tu vida con muebles de cartón? Pues atento (extracto copiado íntegra y literalmente):


" En pleno 2009 no hay nadie que no se preocupe por el medio ambiente. Los árboles de la selva amazónica no son infinitos, ni nuestros pinares, ni los grandes bosques europeos. Varias marcas preocupadas por los árboles (y por forrarse a toda costa) se han dedicado a diseñar muebles en nuevos materiales como ahora el cartón (mmmh.. Si es que es tan nuevo el cartón, oiga...). Estos muebles no sólo son vistosos (Hombre dan el cante pero tanto como vistosos...) sino que además son ligeros, resistentes (¡¿resistentes?!) y totalmente reciclables una vez has terminado de usarlos (Espera que me río. Claro, puedo hacerme un disfraz con ellos ¿Y mis 300€ por metro también pueden reciclarse? ¡wow!). El mayor problema: si se os cae algún líquido sobre ellos ya os podéis despedir (¿En seriooo? Ostras, pero creo que vale la pena correr el riesgo. El cartón es tan... cool!). Sus precios son algo más bajos que los muebles tradicionales (Sólo algo más, ¿eh? no os emocionéis), lo que los hace ideales para las casas provisionales como aquellas de estudiantes (Ya sabemos que la situación del estudiante es precaria pero... ¿Es necesario vivir entre cartones para demostrarlo?)".


Creían que esto es todo? Que se trata del principio del fin? No. Si alguien vende sofás de cartón por 300 euros el metro lo hace por conocimiento de causa o por causa de conocer que éste sofá:



de Yves Saint Laurent ( If San Lauren para muchos) resulta ser el más caro del mundo, con un precio simbólico -símbolo de sinsentidos- de 21,9 millones de euros. Y vean que por muy caro, no es ni sofá, sino uno de esos sillones que le parten la espalda al que mide más de metro sesenta.


No puedo añadir nada más. Creo que no estoy preparado. Si alguien lo encuentra todo tan asombroso como yo, por favor que comente o me envíe una señal. Tengo miedo. Mucho miedo.

Reflexión tópica


Pedir perdón por reducir algo tan vasto y tópico como los tópicos mismos a cuatro ejemplos en una conversación entre madre e hijo le quitaría sentido al mensaje. La ignorancia natural, inducida o sugestionada sobre la naturaleza plural de este tema de temas me transporta sin querer queriendo a la didáctica más básica. Cabe advertir que a nadie pretendía amamantar yo en esta materia, notable es el empacho lácteo que a todos nos llega al respecto y el problema no es tanto hablar de tópicos, sino saberlos reconocer. Una vez detectados, hasta los más puristas, con espíritu de crítica voraz y regeneradora, entenderán que separar los tópicos de la creación es ya no partir de cero, sino partir de nada.

Los tópicos, a pesar de su voluntad perenne, se muestran mutantes en fachada. Como el niño Mario que quedaría decepcionado al no ver en una película sobre Brasil su perfil del brasileño tipo, otros tantos ciudadanos del mundo seguidores de los españolitos mediáticos, han aplaudido la proliferación de tópicos y contratópicos españoles. ¡Qué espanto!, ¿verdad? Ya saben: Invasión nórdica en las Ramblas con sombreros mejicanos y niñas vestidas de Estela del Carmen. Horrible. Por suerte, afirman algunos, lejos queda la España cañí de Bienvenido Mr. Marshall o de una Ángela Molina puteada y Manolete Bandera hambriento de sexo y cocaína cantando aquello de Las cosas del querer”. Suelen ser de esta opinión quienes se mofan del cine castizo de Martínez Soria o critican incluso –no sin justificación- las estampas nacionalistas del país que pintaron por encargo autores de siglos pretéritos (entendiendo aquí nación como una, grande y tópica). Son héroes antitópicos de flequillo cortina y gafapastas –cabe advertir excepciones catalanas en las que pueden ocultar su alter ego, su Clark Kent, bajo atuendo de perroflautas. La gran mayoría de estos justicieros se derriten si miran fijamente alguno de los paneles costumbristas –o hechos por costumbre (y dinero) cuanto menos- de la España de Sorolla expuesta en MNAC de Barcelona (Sí. Frente a las fuentes de Montjuïc).

Por suerte, poco tengo que preocuparme en convencer a tal ejército de nada pues no hay elementos unificadores –con excepción tal vez del bonobús o la carpeta universitaria que lucen y reciclan como arma punzante- que no odien por vocación. Eso sí, antitópicos del mundo, traigo malas noticias: Martínez Soria no ha muerto. Se ha reencarnado en un personaje mucho más sugerente. Tan sugerente que sugeriere un país entero en un escote, una mirada, una frase o en un anuncio de antiarrugas. Lo siento, benditos puristas, el enemigo es fuerte, ha sabido reunir y retozar en los tópicos más fangosos y difíciles de limpiar. Al verlo hablar, moverse, reír, bailar, palmotear y posar entre nuevos ricos y casi famosos sedientos de estiércol y reconocimiento os parecerá el espejismo de una Carmen de Bizet mejorada. Su nombre fálico indica que a va a por todos –a por todos los éxitos, digo-...




- Ai, mira Jordi. Si li donen el premi a la Penelope.
- Dona, estava cantat. Ondia, com es passa la presentadora, “Esta mujer hace historia por ser española, como la película”, diu.
- Mira, no sé, però a mi m’agrada molt com l’han vestida, eh?
- A tu i a tots aquells que criden allà a Madrid. Goita goita: quanta gent escdridassant!
- Quina afició, eh? Criden tant com ella quan lo del Pedroo

[…] I grew up in a town called Alcobendas where this was […]

- Ai, Jordi. Vols dir qu calia allò del Alcobendas?
- Home sí… jo això no ho veig malament. Si a tu et donessin l'Òscar bé que parlaries d’Alpicat. O no?
- Sí, és clar, això sí…
- Escolta ¿Què diu aquesta? ¿Que ha de proteger el arte?
- Ella?
- Això sembla. Diu que es su lenguaje.
- Su lenguaje és la pitera, Jordi. No fotem.
- Doncs a mi m’ha convençut.




Picture1: Alcobenda's Hero being bullfought by Cayetano Rivera

Picture2:Alcabenda's Hero celebrating one of her victories with her friend Almodovar and some other palmeros.

Conversación Tópica II


Has dicho que Homer Simpson es como el de Padre de Familia y Lisa como muchas chicas de tu clase, una empollona. Y no por eso dejan de ser personajes entrañables o divertidos. Ya has visto que se han pintado muchos cuadros de la Última Cena, por moda, por devoción, por esnobismo, por diversión, por superación... y el caso es que algo tan simple como son 13 personas en una mesa se ha convertido con el tiempo en un símbolo, en este caso religioso. Un tema recurrente sobre el que aplicar cambios. Si vives en la Italia Antigua y quieres pintar una Santa Cena sabes que hagas lo que hagas, tendrá que haber en tu obra 13 personas cenando en una mesa.

—Pero a ver, entonces, si sabes lo que pintarás y ya lo pinta otro. ¿Para qué hacerlo?
—Acaso el profesor de plástica no os da un tema cada semana para que lo dibujéis? La materia es la misma pero cada uno la hace suya y a su manera.
—Ya bueno, eso sí... ¡Pero mi redacción no iba de Dios, mama! —ríe— Iba del campo y parece que precisamente el problema viene porque el tema no me lo han dado, y el que he escogido no le ha gustado a la de catalán.
—Lo que tu profesora criticaba, imagino, es que ese asunto está muy visto, que ya se ha escrito mucho al respecto. Pero eso no tiene por qué ser algo malo. Ya hemos visto ejemplos. Además , uno puede ser original en el modo en el que escribe, o en el enfoque que le da.
—Me estás liando más, mama—resopla—. Entonces, según tú, ¿los tópicos son temas repetidos pero que no son malos, ¿no?
—Hay de todo, Mario. Pero sí, lo vas entendiendo. ¿En cuántos cuentos hay un protagonista o una protagonista que se enamora de alguien y acaban viviendo juntos y felices?
—En casi todos, ¿no?
—Vale. ¿Y crees que es coincidencia?
—No. Supongo que no. Es un... ¿tópico?
—Es un tópico narrativo en este caso, sí. A la gente le gusta ver cómo triunfa el amor y sin darnos cuenta al crear historias, aún más siendo niños, tendemos a imitar esa estructura de protagonista en busca del amor. Como lo de las princesitas que han dejado de serlo y tienen que volver al castillo: La Bella Durmiente, Blancanieves...
—Esos cuentos son muy viejos, mamá.
—Ah sí? Pues dime tú, abanderado de la modernidad, en cuál es la princesa o la chica la que le salva la vida al chico.
—... (silencio largo) En la Sirenita y en Pocahontas.
—Vaya. Allí me has pillado. Aunque ya has visto que te ha costado un rato pensarlo. Y cuántos hay en los que en vez de un hombre y una mujer haya dos príncipes enamorados entre ellos o dos princesas?
Ríe a carcajadas el niño y sacude la cabeza de uno a otro lado.
—En ninguno, supongo. Entonces eso no es un tópico, ¿no?
—No. Pero sí lo es que te hayas reído tanto. Lo que desconocemos en el mejor de los casos nos produce risa, va en contra de la lógica, atenta contra la normalidad. Y en los cuentos, lo normal o tópico es que El príncipe y la princesa acaben juntos y felices y cualquier otra variación produce risa o incluso rechazo.
—Bueno, mira a los de Shrek. Son los únicos feos.
—Sí, ya es un paso. Oye, veo que lo estás entendiendo, eh, chaval? Al final resultará que la profesora se equivocaba.
—No. No lo hacía. Aún no sé qué tiene que ver esto con mi redacción. ¿El problema cuál es? ¿Que hablé del campo y se ha hablado mucho ya?
—Algo así, sí. Pero como te he dicho antes, podías haber hecho alguna variación para darle originalidad al relato, buscar tu estilo. En el caso de Shrek el cambio fue que los protagonistas decidieran no convertirse en guapos y maravillosos. La idea fue buena. Ahora, eso no asegura que siempre que se rompa un tópico, aquello vaya a funcionar.
—¿Funcionar?
—Sí. Me refiero a que algo sea aceptado, que guste, que tenga éxito. Tú mismo has dicho que si fueran dos Shreks o dos Fionas o tres incluso los que se enamoraran, la historia te produciría risa. ¿Y sabes por qué? Porque el tópico del príncipe y la princesa está tan unido a ti que esperas verlo reproducido en la historia, encontrar a un valiente y a su amada en cada fábula.
—Bueno pero a mí los cuentos ya...
—¿Crees que los tópicos sólo se usan en cuentos? ¿Que son cosa de ficción?. Veamos: ¿Cómo son los chinos?
—Amarillos.
—¿Y los brasileños?
—Son más morenos y muy divertidos.
—¿Qué más?
—Pues no sé, son esos que se ponen ropas de colores y que bailan samba, ¿no?
—Pongamos que sí lo son. Entonces, si yo te dijera que vamos a ver una peli de Brasil esperarías encontrar en ella imágenes de brasileños y brasileñas morenitos moviendo el pandero al ritmo de samba en un carnaval eterno.
—Algo así, sí—ríe.
—¿Y si en toda la película no saliera nadie bailando ni con trajes brillantes te decepcionaría eso un poco?
—Supongo, aunque ya imagino que no están todo el día bailando.
—Qué me dices de una peli de alemanes morenos?
—Vaya, pues...
—De hawaianas que no lleven faldas de paja sino tejanos.
—Que tendrían calor.
—De japoneses que no comen pescado
—Sí, ya entiendo...
—De ancianas en bicicleta. ¿Y en moto?
—Sí, sí. Sería raro.
—De gitanos universitarios o políticos.
—¡Que sí, mama! Me ha quedado claro.
—¿El qué?
—Que no todos los alemanes son rubios, no todas las hawaianas ni todos los escoceses llevan faldas ni todos los japoneses comen pescado crudo.
—Estos son los contratópicos, Mario. Igual de peligrosos que las afirmaciones que pretenden contradecir o neutralizar. Porque dedicar tiempo y energía a gritar que los brasileños no bailan samba ni se pegan grandes fiestas evidencia que existe esa creencia. Además, en ambos casos se parte del mismo error: el de pensar que todos los brasileños, por serlo, han de comportarse igual. Tú mismo has cometido ese fallo antes.
—Me das miedo, mama. Hablas como si estuviera enfermo.
—No, bobo. —ríe— Si en el fondo todos creamos y leemos, hacemos e interpretamos según tópicos. Es imposible huír de ellos.
—(silencio) ¿Los tópicos son arte?
—Bien usados, ¿por qué no? Son fundamentales en el arte, en el humor, en la moda.
—¿Por qué?
—Porque son pilares del pensamiento. —ríe— igual que el fútbol, o las niñas—le guiña un ojo en un gesto fallido de complicidad.
—Mamá. Creo que acabas de crear arte.


VER REFLEXIÓN TÓPICA

Conversación Tópica I



—Mario. ¿Qué te pasa? Estás muy callado.
—Nada.
—¿Seguro?
—Sí.
—¿Seguro?

(silencio)

—En el instituto nos hicieron escribir una redacción.
—¡Anda! ¿Y de qué la hiciste?
—Pues del campo. De cuando vamos de excursión por ahí y nos dicen que nos fijemos en las hojas... o en los animales. Creí que estaría bien describirlo ya que hace mucho que no nos sacan de excursión—ríe—.
—Vaya, suena bien.
—No.
—¿No suena bien? —sonríe.
—Sí. Pero a la profesora no le ha gustado. Dice que es... —leyendo un recorte de papel hasta entonces oprimido en el puño izquierdo— "demasiado típica y tópica".
—Entiendo. ¿Y tú qué crees? ¿Lo es?
—¿El qué?
—Tópica.
—Pues no estoy seguro.
—Ya. Vamos, que no sabes qué es eso y nadie te lo han explicado, imagino.
—No. Ha dicho que era muy difícil y que no lo iba a entender.
—Bueno pues si no te ayuda esa profesora lo hará tu madre. Empezaremos por un chiste:

La mujer inspira y se prepara para falsear un forzado acento sureño

—Estos son tres policías que están tomando una caña en un bar. Uno es americano, el otro inglés y el tercero andaluz.
—Español, ¿no?
—Hombre hijo si es andaluz...
— Ya pero has dicho inglés, americano... no puedes decir andaluz, tendría que ser español.

La madre cuenta hasta cinco, sonríe y prosigue.

—Tienes razón, pero es importante que sea andaluz. Es un español andaluz.

El caso es que están los tres ahí charlando y se levanta el policía inglés un poco la camisa y les enseña al resto una cicatriz de tres centímetros y medio mientras dice:
-"London city"
Va el americano, y muestra otra en la espalda de cinco centímetros y explica:
-"New York city"
Por último el español.... andaluz. Repite el gesto de sus compañeros y exhibe otra cicatriz, esta vez de un palmo entero y comenta orgulloso:
-"Apendi-sity".

El chico queda impasible, inexpresivo. Esperando el final de un chiste que nunca llega.

—Mira, a papá le ha hecho gracia. A ti ni pizca, ¿no? Tienes razón, era muy malo.
—No, si aún tendrá razón la profesora : esto es muy chungo de entender. Yo no veo lo divertido de tener apendicitis.
—Vale, fallo mío. Probemos con otra cosa: ¿Cómo es Homer Simpson?
—¿Homer?Pues no sé... tonto, bobo ...y un vago.
—Y sin embargo a ti te hace mucha gracia. ¿Por qué?
—Claro. Pues yo qué sé, porque se cae y se hace daño por chorradas y además, siempre le toman el pelo al pobre.
—La cosa es que tú sabes que es un tonto y esperas que se comporte como un tonto. Sabes incluso que se hará daño o le tomarán el pelo pero eso no impide que te rías. Un tonto, un vago... vaya, ¿y qué me dices de Lisa?
—Lisa es una empollona. Y más lista. Mucho más.
—Vale. ¿Dime ahora a quién te recuerda Homer Simpson?
(Silencio)
—Al gordo de Padre de Familia. ¡Y al tío José! —ríen— Marta se parece un poco a Lisa, ¿eh?.
—¿Y conoces más niñas o chicas como ella, ¿no?
—Me temo que sí. En mi clase hay tres. Pero todo esto qué tiene que ver con los tópicos? ¿Y con mi redacción?
—Mucho. Mira este cuadro. ¿Qué ves?



—Hay gente comiendo en una mesa y hablando.
—A ver, Mario. Esto es la Santa Cena.
—¡Ah! Sí, lo del jueves santo. Pero ¿no se llama "La última cena"?
—Tanto da. ¿Te gusta?
—Sí, tiene muchos siglos, ¿no? Es bonito. Pero un poco oscuro. Y soso. Aunque bueno... una cena no da para más. —sonríe la madre.
—En eso te equivocas, durante siglos la religión ha sido el primer y en muchos casos único tema de pintura y escultura para prácticamente todos los artistas. Aquí, en Occidente, además, la pintura cristiana y especialmente cuadros como los de la Última Cena se hicieron tan míticos que un pintor al llegar a una edad no era bueno si no ilustraba una Santa Cena a su manera. Todos con su versión del cuadro. No sé si me entiendes. hijo.
—Creo que sí. Que les dio por ahí. Es como ahora que parece que quien no tienga la Play o Internet es el margi de la clase.
—En cierto modo, sí—ríe—. Así que pensando en videojuegos, ¿eh? Pues mira esto. ¿Qué ves?


—¡Anda! Son los del juego ese de antes del Mario Bross.
—¿De antes? —Parece contrariada—Pues bien que sacan nuevas ediciones cada año. Bueno, ¿y qué están haciendo? ¿no notas nada raro?
—Que está el Pikachu y no son del mismo tiempo.
—No hombre no... me refiero al cómo están retratados los personajes, el fondo... Fíjate bien en los dos dibujos.
—¡Pero si están puestos igual! Qué gracioso.
—A ver si te gusta más éste otro.
—¡Ahi va, los Simpsons!


—A veces, hay elementos que se repiten en todo lo que creamos aunque no siempre nos demos cuenta. Es imposible partir de cero. Para escribir, por ejemplo, necesitamos palabras, pero también ideas previas. Aquí está claro que la composición de la Última Cena se repite adrede, pero en ocasiones, esas ideas o estructuras no son tan visibles y puede incluso que las usemos sin ser conscientes de que lo hacemos.
—Oye mamá, ahora sí que me he perdido.


CONTINÚA EN CONVERSACIÓN TÓPICA II


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