Todos cargamos con el reflejo de aquellas estrellas fugaces que se cruzaron en una noche de sombras. Nadamos en el recuerdo de su destello intermitente. Son velas que, ya fundidas, siguen alumbrando los ojos vidriosos de quienes se acercan o reconocen el olor de su mecha humeante y su cera derretida.

Somiantt nos presta desde El País de Nunca Jamás, dosificada, la historia de uno de estos cruces humanos. El encuentro que protagoniza nuestra soñadora con el misterioso señor R.

CAPÍTULO PRIMERO

" - Sabía que tarde o temprano nos volveríamos a encontrar. Sabía, también, que estaríamos el uno frente al otro, y que tú serias la encargada de preguntar. Por eso estoy preparado, me he informado sobre ti, sobre lo que has conseguido estos años.

- Pero... si soy yo la que entrevista, debo ser yo quien se informe, ¿no?

- ¿Acaso quieres saber algo nuevo de mí? Yo diría que no. Quieres seguir teniendo una imagen construida de mi persona, de cómo crees que soy. Por eso no has puesto un gran empeño en buscar sombras que desconozcas en mí, por ese motivo no vas a ir más allá. Por no destapar viejos miedos, no vas a preguntarme nada que pueda desmitificarme.

Y aquel hombre de 38 años al que había conocido tres años atrás tenía razón. Yo estaba allí más por gusto que por obligación. Había ido en busca de recuerdos compartidos y no de planes futuros o presentes del Señor R.

Hacía más de un año que no nos habíamos visto. Mejor dicho, hacía casi dos años que no hablábamos. Nuestra relación había pasado de ser intensa a ser invisible. Durante ese tiempo la vida del otro no era ningún misterio. Yo sabía sus avances, iba a sus presentaciones y a veces respondía sus mensajes. Él, según su introducción, había hecho lo propio. Pero siempre sin mediar palabra. Ambos nos habíamos estado observando des de la última butaca sin más contacto que un simple cruce de miradas expectantes, al acecho.

La última vez que nos habíamos visto, un 12 de mayo, nuestros caminos se separaron en el aeropuerto de El Prat después de un nada romántico viaje a París. Llegamos a la ciudad de la luz, el amor y las escaleras por las que trepan grandes estallidos culturales y nos fuimos de ella sabiendo que, en ocasiones, un final prematuro no es un mal final.
- Bien, me gustaría decir que ha sido un buen viaje…

- Sí, a mi también, pero tampoco ha estado mal ¿no crees? Y no valores sólo el viaje, hazlo de manera global.

- Bueno, como dice la canción “Ha sido divertido, me equivocaría otra vez”. Y ahora… ¿Qué?

- Ahora nada. Tú seguirás tu camino, recordarás estos meses y algún día nos volveremos a encontrar.

- ¿Y si no es así?

- Lo será. Recuerda: nuestra vida se compone de círculos viciosos en los que hay personas que siempre vuelven. O al menos eso me contaste un día.

- Creo que es el primer momento en el que tengo la certeza de que me has escuchado alguna vez. Es curioso que también sea el último.

- No estés triste. Tú misma lo has dicho: Ha sido divertido.

De repente, se giró, subió a un coche y desapareció de mi vida. Sin explicaciones, sin lamentos, sin un beso, sin un abrazo, sin un reproche… tan sólo una sonrisa. La misma que ahora, después de tanto tiempo desaparecida, despertaba en mí el deseo de saber si él aún me recordaba con la misma nitidez con la que le recordaba yo a él. "

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1 Comment:

  1. Esther Valenzuela said...
    ohhh! que bien me deja ocmentar muajajajajaja

    te ehco de menso señor B!

    un besote!

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