Expulsión II



- Ciudadanos españoles, buenas noches y buen año. Como ya sabéis el Rey se encuentra en una etapa de merecido descanso hasta que, ya recuperado, pueda retomar con regularidad las responsabilidades de su cargo soberano. Así lo espera el pueblo español y su familia al completo. No obstante, y atendiendo a los cambios profundos en los que el país se ve inmerso, quiero también transmitiros un firme compromiso personal, que comparte el Príncipe Mateo, por hallar cuanto antes una solución a esta coyuntura complicada por la que atraviesa nuestra nación.

Todos sabemos que es una etapa que precisa de un impulso económico, de una apuesta por la inversión y la inyección de liquidez pero hay que atender a su vez otras necesidades que, aún y partiendo de lo económico, afectan al contingente social y político del país. A raíz de la desgracia ocurrida en el antiguo Palacio Real de Madrid el pasado mes de mayo se han triplicado los recursos destinados al Ministerio de Defensa y Protección Antiterrorista.

Entendió entonces Marina por qué la reina había cambiado los habituales y lujosos escenarios palaciegos de su discurso por un sobrio plató de televisión y siguió preparando la cena, satisfecha con su pesquisa.

- Pero, sin duda, el problema que requiere de una intervención más urgente es el del desempleo. Atendiendo a los resultados obtenidos este último año, la política de incentivos llevada a cabo hasta la fecha resulta ineficaz para solventar tal situación desafortunada.


El paro no era algo que a Marina tuviera que preocuparle. La joven había conseguido un cómodo trabajo de tan sólo nueve horas al día que le proporcionaba dinero suficiente para comer y pagar la mitad del alquiler de un piso con una amplia habitación. La otra mitad iba a cargo de una adolescente ecuatoriana que lo ocupaba de día, trabajaba las noches laborables y quemaba el sueldo en las que eran festivas como aquella.

Precisamente estaba rehaciendo la cama compartida cuando, entre el discurso sereno de la reina, una frase, un tono, despertó su distraída atención.

- Los últimos estudios del INEM demuestran que son los españoles los más perjudicados en esta crisis de empleo. En ella se hace mención a las cooperativas desarrolladas por comunidades inmigrantes y sus descendientes. Se explicitan las fórmulas de protección laboral que éstas obtienen mediante varios sindicatos y movimientos activistas.

El discurso de la monarca osciló entre unos y otros asuntos que, a pesar de suponer los mayores quebraderos de cabeza, miedos y preocupaciones del país, fueron tratados de un modo superficial y recibieron de aquella mujer tan sólo palabras condescendientes, ánimos de manual y proyectos vacíos de futuro de los que uno no imaginaba más allá de la portada. Sin embargo, fue tras un corto silencio y en una profunda carraspera cuando la voz de Leonor pasó del consuelo al mando soberano. En menos de un minuto el mensaje era tan imparable como irreparables sus consecuencias.

Se trata de organizaciones inmigrantes que, como hemos podido comprobar en reiteradas ocasiones, han causado aún más inestabilidad e inseguridad al grueso del colectivo social y obrero español que desgraciadamente, empieza a ver en esos contingentes una amenaza para sus puestos de trabajo y una competencia desleal en la obtención de los mismos. Si bien es cierto que muchas de estas nuevas generaciones conocen la cultura y el idioma autóctonos, optan por no integrarlos en su rutina diaria y prefieren agruparse y desarrollarse en comunidades herméticas que, partiendo de los recursos públicos, crean y atesoran beneficios sin que éstos repercutan directamente en la mejora del Estado.


Varios antecedentes como el de Reino Unido dan ejemplo de la peligrosidad de este desarrollo paralelo económico y social que, lejos del espíritu desinteresado de integración de las primeras generaciones bienvenidas, invierte sus ganancias en reforzar el sentimiento de segregación e independencia hacia el resto de ciudades españolas regidas y habitadas por población autóctona. En un momento, insisto, tan decisivo como peligroso, es imprescindible que el país ofrezca al resto del continente y del mundo una visión unitaria y sólida de nación, capaz de afrontar esta desagradable prueba.

No le dio tiempo a la lini de marcar el número de su madre antes de escuchar la frase que hubiera querido congelar para siempre en el gaznate de aquella oca cebada.

A voluntad del Rey, y con el beneplácito del Parlamento, me veo en la obligación moral y formal de velar por los intereses de los españoles y aprovecho esta fecha señalada para hacer público, por tanto, el decreto ley que ordena la evacuación temporal de todos los contingentes de población inmigrante o sus descendientes en dos o menos generaciones del territorio español. —Calló varios segundos—. Se trata de una decisión sopesada y gestada en el si de un Estado que ha acogido con la bienvenida más cálida a cualquier nuevo ciudadano habitante en el país. Es por ello que resulta de perogrullo redundar en lo mucho que le duele a España tener que recurrir a esta medida, insisto, remarcadamente temporal y que no es fruto del odio o del rencor sino del instinto de supervivencia que debe primar en toda nación, quienes hayan asumido ese sentimiento, incluso aquellos afectados por esta eventualidad, entender án de qué estoy hablando. Es mi deber también informarles de que la retirada tendrá que efectuarse a lo largo del próximo año 2062 siendo el 31 de diciembre de esta anualidad entrante el plazo límite de traslado para dichos habitantes.— Se excluirá de este decreto a las personas de descendencia estadounidense, inglesa, portuguesa, italiana, francesa, alemana, japonesa...

Marina despegó el auricular de la oreja, esperando como un milagro que aquellos labios hinchados pronunciaran la palabra de la que, desde hacía un tiempo, la joven había decidido huir.

No. No dijo colombiana.

La enumeración se cortó en seco y la monarca Leonor aclaró que durante las próximas tres semanas se debatiría con cautela si los ciudadanos chinos y sus familias deberían también abandonar el país. Desde el momento en el que lo menciona en un discurso como éste, cautela ninguna —pensó Marina interpretando las palabras de la reina como una comedida amenaza al país de Oriente— No hubo tiempo para más pensamientos. La línea estaba cortada. Por las grietas del ventanal se escurrían los gritos de vecinos y transeúntes. Agarró un abrigo y el pañuelo aún mojado y se dispuso a bajar los 240 escalones antes de que la mole, amasada en los rellanos, llegara a impedírselo por completo.


VER EXPULSIÓN III

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